Al principio, la sociedad se mostraba incrédula ante esta alerta sanitaria, se preveía que esto fuera temporal como pasó hace unos años con la influenza H1N1, en la cual, el resguardo no duró tanto tiempo.
Con el coronavirus se pensó que no llegaría a nuestro continente porque se había iniciado en China, un país que parecía demasiado alejado de nuestra realidad. Todas las labores cotidianas, independientemente del papel que desenvolvemos en esta sociedad, ya sea un oficio, una profesión o, como en mi caso, el de ser estudiante de educación superior, se han cancelado para evitar exponernos.
Pero surgió un problema, y digo problema porque es algo que no pensamos que nos tomaría tanto tiempo al nivel de estar poco más de dos meses en casa con la suspensión de la mayoría de las actividades al aire libre, instituciones, establecimientos y demás sitios que decidieron unirse a esta causa de quedarse en casa.
La Universidad Autónoma de Nuevo León y algunas otras instituciones educativas del país, tomaron las medidas y se capacitaron para poder brindar una educación vía Internet, es decir, una educación en línea, donde todos los alumnos puedan continuar cursando su semestre y, lo más importante, seguir aprendiendo desde la comodidad del hogar. Todo parece resultar como si fuera una buena solución, pero ¿Qué sucede con las personas que viven sin Internet en casa o sin tener a su alcance un aparato electrónico que pueda cumplir la función de poder conectarse a las clases?
Es por esa razón que me parece un infortunio total para los compañeros que no pueden estar al corriente con las clases virtuales. Es esta una razón, por la cual, la sociedad estudiantil empieza a mostrar su inconformidad con esta estrategia educativa. Por otro lado, considero que la educación virtual a pesar de ser una alternativa bastante útil para seguir las planeaciones de cada asignatura no superará la idea y trascendencia de las clases presenciales.
Podremos contar con Internet en un aparato electrónico, pero el éxito de la calidad educativa que estamos recibiendo, va a depender del buen funcionamiento de la red. Incluso, ha sucedido que las plataformas utilizadas para la constante comunicación y los sistemas computacionales siempre tienden a marcar errores en determinado momento y más cuando las plataformas se saturan con el exceso de usuarios intentando hacer uso de esta.
Estudiar en línea me resulta cómodo por el hecho de estar en casa, pero en lo personal prefiero debatir, ver a mis profesores y compañeros cara a cara, es parte de la interacción social que todo ser humano necesita y en cierto modo, el no tener ese contacto más cercano en el aula me causa algo de ansiedad e impotencia. La educación en línea es aún un verdadero reto tanto para los profesores como para los alumnos que estamos aprendiendo a usar la plataforma.
Todo aquello que genera un aprendizaje, contribuye a que mejoremos individualmente y quizá no sea lo más adecuado, pero por un lado se sigue demostrando que la inteligencia humana no tiene límites. Que los problemas u obstáculos, de alguna u otra forma, encontrarán en los avances tecnológicos actuales alguna alternativa para poder sobrellevarlo.
Una vez que pase esta contingencia, la humanidad se volverá a levantar. Quizá no se pueda volver a la normalidad que solíamos tener ya que el mundo ha sufrido gran cantidad de pérdidas humanas. Pero ¿Qué nos puede dejar esta amarga experiencia como individuos? No es difícil responder a esta pregunta, en las últimas semanas se ha demostrado que los índices de contaminación en el aire y algunos lagos y ríos a nivel mundial ha bajado su nivel de contaminación.
Tal vez esta una lección y el planeta trata de darnos un aviso. Cada uno puede responder desde su perspectiva y la clave está en eso, que esta lección nos sirva para mejorar, desde los hábitos de higiene hasta hacer conciencia en cada uno de los ámbitos en que se desenvuelve. De esta forma, la humanidad podrá subsistir y resistir amenazas futuras.
Por: Kassandra Rodríguez P.
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