Cronos literario: Salvador Novo y la búsqueda de su nombre. Por: Aarón Coré.


Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre y eso es lo que realmente somos.
José Saramago.

  El nombre de Salvador Novo, lo descubrí durante mi estadía como aprendiente en la Escuela de Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León. El diplomado de Arte Dramático abordaba clases de análisis de textos mexicanos durante el primer semestre.

  El programa analítico estaba basado en los textos de dramaturgos mexicanos más representativos del siglo XX y los nombres de los que también se convertirían más tarde en mis maestros, fueron Elena Garro, Ibargüengoitia, Juan Rulfo, Víctor Hugo Rascón Banda, Sergio Magaña y Rodolfo Usigli.

  Cuando fue el turno de leer El árbol, de Elena Garro, se me pidió analizar la obra de la escritora, su contexto histórico, político, social, cultural, vida del autor, lo que aportó con su escritura, y la relación entre los escritores o bien, el camino que cada uno tomó en diferentes tiempos. Conseguí información sobre Elena Garro y bebí desesperado detalles de su vida literaria y personal.

  Pero, en esa búsqueda me fueron revelados muchos nombres y fue donde me encontré por primera vez con el de Salvador Novo. Lo observé sólo a la distancia. Supe que fue poeta, dramaturgo, hombre de teatro, ensayista, crítico cultural, cronista, traductor, autobiógrafo, director teatral, publicista, funcionario público del área teatral, maestro e historiador mexicano y, especialmente, de condición homosexual. Todo lo anoté en mi libreta para futuras lecturas y durante años, se me quedó asociado el nombre a la imagen del personaje de ceja delgada y vestimenta elegante, es decir, sólo la superficie.

  Hoy, a 47 años de su muerte, vuelvo a buscar su nombre y esta vez con un objetivo de búsqueda distinto. La tarea consiste en reunir datos sobre ciertos escritores mexicanos, latinoamericanos e internacionales. Es necesario analizar lo que hicieron en el tiempo, la importancia de su legado literario o dramatúrgico, y seguir sus pasos, es decir, construir mi propio cronos literario. Y Novo es uno de los escritores que conforman mi lista. 

  Novo moró en la ciudad de los dioses y desde ahí analizó al país y lo universal. Su mirada era amplia y es  el rasgo común de las diversas áreas en que incursionó.  Su quehacer literario consistió en  romper con la tradición, con lo establecido, con el orden que se marcaba en las plumas literarias y vida cultural mexicana. Además, encontró compañeros que transitaban por el mismo camino.

   Amigo íntimo de Xavier Villaurrutia, así es como los han descrito importantes dramaturgos. Los dos formaron complicidad con Jaime Torres Bodet, quien, junto a ellos, sostuvo interminables charlas estudiantiles acerca de lo que recorría por sus venas, la poesía. Se sabe que forman parte del grupo Los Contemporáneos junto a nombres como Bernardo Ortiz de Montellano, Enrique González Rojo, José Gorostiza, Carlos Pellicer, Gilberto Owen, Jorge Cuesta y Xavier Villaurrutia. Este grupo estuvo dispuesto a llevar a la acción literaria una estética universal que fuera compatible con el rompimiento que estaban generando las vanguardias artísticas europeas. 

   Los escritores trabajaron en la creación de su propia poesía, en artículos sobre crítica literaria, divulgación del trabajo de otros poetas, e incluso, se daban a la tarea de traducir novelas líricas. Era su misión descubrir a los escritores vanguardistas y buscaron el trabajo de autores europeos, norteamericanos y los nombres que eran sinónimo de vanguardia fueron Gide, O’Neill, Cocteau, Vidac, Wilde, Roger Max y Huysmans.

   Pero Novo era de una condición libre. Dejó su pensamiento esparcido en Revistas como Hoy, Semanario Mañana, y, sobre todo, junto a Villaurrutia, funda la Revista Ulises en 1927. Al año siguiente, el Teatro de Ulises que fue considerado el primer teatro moderno de México y los críticos reconocían que se trataba de corte vanguardista y por ende innovador.

   Respecto al teatro que aún se presentaba en los escenarios mexicanos, era ajeno a la mirada vanguardista. Era un teatro de corte nacionalista y viejo en comparación al rompimiento experimental que se suscitaba en los hombres de teatro europeos. El México que estaba a los lados de Novo fue el que evitó todo el tiempo. Él apostaba por lo universal y eso requería de un teatro que tuviera otra visión estética. De manera que, descubrió en sus lecturas a grandes dramaturgos que lo hicieron caer rendido ante la belleza y aportación estética. Los toma de la mano y con pasión desmedida los lleva hasta su teatro para transformarlos en lengua de Anáhuac. El crítico literario Sergio Téllez-Pon mencionó: El Teatro de Ulises, se convirtió en un suceso y un escándalo en su época.

   Se llegó a convertir en maestro de Historia del Teatro en el Conservatorio Nacional y de Técnica de Actuación en la Escuela de Arte Dramático del Instituto Nacional de las Bellas Artes, aunque sólo fue por unos años. Renunció a su puesto y fundó su propio teatro que nombra La Capilla. A este respecto, Antonio Magaña describió en un prólogo de qué iba su teatro y Novo utilizó esas palabras a manera de publicidad: "Destinado a un público muy especial: culto, distinguido, exigente y capaz, o en posibilidad de venir hasta acá a ver una comedia; un público de patrocinadores no abonados, pero sí fieles al llamado cordial y respetuosos que les hacemos".

  En La Capilla, se representa Esperando a Godot, de Samuel Beckett y en esa etapa, también tenía clara su postura vanguardista al demostrar interés por dramaturgos de vanguardia, que, además, traducía y montaba. La Capilla duró cinco años y representó para Novo sus sueños cumplidos de ser hombre de teatro y, además, de poner en evidencia su exquisito gusto por el arte culinario que plasma en sus ensayos.

  Hay otro dato interesante sobre las obras que montaba, fueron transmitidas en 1956 y 1957 en un canal de televisión mexicana. Novo presentó obras antiguas, modernas, clásicas y románticas. Transmitió el verso y la prosa de  textos dramatúrgicos de sello mexicano y extranjero, llevando así al público televisivo una buena cantidad de horas de disfrute teatral y cultural.

  En los andares de Novo por América Latina, se encontró con Federico García Lorca en la ciudad de Buenos Aires. Existen tres cartas que muestran el enamoramiento que el mexicano sintió por el dramaturgo español y tienen fecha del año 1933 y 1935. Son breves, de una gran carga nostálgica, de deseo y de una desesperación absoluta por volver a abrazar al seductor escritor. En su última carta, Novo le indica a Lorca que México políticamente es un caos y, según las fechas todo indica que se trataba de una referencia directa hacia el sexenio de Lázaro Cárdenas y a todo lo que representaba política e ideológicamente aquel mandatario.

   Lo curioso es que esa ideología del entonces presidente, era la misma que Lorca profesaba. Pero ante el deseo o enamoramiento, todas las barreras ideológicas caen. ¿Qué fue lo que los hizo coincidir? A Lorca le fascinaba México y sus nombres y no podía existir un mejor conocedor de la cultura mexicana que el mismo Novo. Así que le habló sobre una Adelita de piel morena a través del canto.

  Ese recuerdo lo utilizó con desesperación en sus posteriores cartas donde le pedía al dramaturgo español el volver a tener un encuentro. Hizo un verso en el que Lorca fue el objeto de su inspiración y apropiándose del nombre de Adela, se transformó en ella, sin tapujos y sin complejos para volverlo a enamorar. El anhelado encuentro jamás se volvió a dar porque Lorca iba andando por un rumbo e ideología distinta hasta la muerte. ¿Cómo no enamorarse de Lorca? Al paso de los meses y sin lograr conseguir una repuesta,  Novo  tuvo qué aceptar el fin del enamoramiento.

   Reflexiono constantemente  en la coincidencia de los nombres y de todo lo que esto representa. De cómo a través de la búsqueda de uno, te encuentras con el otro. Relacionas, imaginas, recreas, vives y comprendes al ser que encontraste de tu misma condición homosexual. Novo aún vive en el estudio y búsqueda de las letras. Viaja por la historia de Anáhuac y del mundo. Se empeña en romper con lo establecido. Novo aún recita sus versos en las calles de Coyoacán, pero sabe que no es exclusivo de ese lugar, así que recorre su tierra y habita en lo universal. 

  Me gusta imaginar que Novo no ha muerto. "Lo siento en la tierra, germinar por la noche bajo el combate infinito de las estrellas y brotar pujante en el amanecer iracundo, duro, del nopal y del maguey y en el agua que pinta las flores; en el aire, que acaricia mis cabellos lacios, y llena mis pulmones; en el colibrí, que zumba el iris minúsculo de sus piedras preciosas (…) No ha muerto. Sé que está en mí” y está disponible para los que busquen su imagen, su teatro, su poesía, su nombre, y lo universal de la condición de ser humano. 




Aarón Coré.*    

   Nació en Monterrey, Nuevo León, México en el año de 1982.  Egresó el 2015 de la Escuela de Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León, México. (UANL). Actualmente, cursa el sexto semestre de la Licenciatura de Educación en la misma universidad.

   El 23 de marzo de 2020, creó la Revista Sector Nostalgia. Pasión por el retorno... A través de este proyecto, se retorna a un tema cultural, personaje o trayectoria de un artista específico y se vincula con nuestro presente por medio de la escritura, podcast, entrevistas y breves documentales.

   Fundó  Mezquiteatro, el 6 de febrero de 2019, una compañía teatral independiente en la que realiza talleres, escritura, teatro y encuentro con las comunidades.  

*Actualizado el 04 de septiembre de 2021. Monterrey, Nuevo León, México.


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