Revista Sector Nostalgia pasión por el retorno, digital, Vol. VI, Núm. 68 (octubre de 2025)
Laura Restrepo
Monterrey, Nuevo León, México. 11 de octubre de 2025.- El nombre de Colombia, mi tierra y también, ¿cómo no? de la Colombia nueva, de los cholombianos de Monterrey les doy a esta gran Feria del Libro y a todos los presentes un estrecho abrazo. A mi gratitud por la oportunidad que me han brindado de estar con ustedes.
Por los largos felices años que aquí he vivido y he sido acogida, por los lazos de amor y amistad que México me ha brindado, México también es mi país. Perdonen que rompa un momento el libreto para decirles, todavía no había entrado a la feria para escribir esto, ¡qué belleza de feria! y qué imponente es el recinto. La Feria Internacional del Libro de Monterrey versa sobre libros y textos, literatura en sus mil formas y milagros. Nos reúnen aquí letras y palabras en toda su potencia reveladora, sean escritas, leídas o escuchadas, murmuradas, declamadas o cantadas, en pleno proceso de creación o entrañable mente, repasadas y recordadas.
¿Vale? Plantear aquí entonces la pregunta que décadas atrás se hizo el filósofo Maurice Blanchot ante el entonces brutal advenimiento de la Segunda Guerra Mundial. ¿Cómo narrar el desastre? Y ya en el presente como reto y tarea para todos nosotros, ¿cómo ponerle palabras a esta era de mega desastres por la que atravesamos?
Los invito a conversar colectivamente sobre la urgencia de construir una nueva narrativa o macro relato que irradie palabras inéditas, esclarecedoras y liberadoras. Empecemos por lo imprescindible: mencionar la doble cara de la crisis actual, genocidio y ecocidio.
Genocidio y ecocidio desastres gemelos y concomitantes en su estela de destrucción. Quienes hoy habitamos el planeta estamos marcados por su doble acontecer.
Afinemos el oído para descifrar las señales que envía la naturaleza ante el colapso climático y los anuncios que envían una nueva guerra mundial que está, pero no está, se asoma y se camufla, se aleja y se acerca. ¿Cómo nombrar estos advenimientos por dolorosos y confusos que sean en vez de ignorarlos y negarlos?
Urge que busquemos el signo de nuestros días para no quedar prisioneros en la inminencia del desastre como en un eterno retorno de lo mismo. Al genocidio por el momento detenido ha sido sometido el hermano pueblo de Gaza, realidad tan infame e inhumana que parte en toda nuestra historia personal y social.
Ecocidio que avanza imparable construyendo el único hábitat que tenemos en el universo. Y sin embargo, no reaccionamos, no nos empeñamos en dar el timonazo indispensable para detener el colapso ambiental. Como si aceptáramos el Armagedón con tal de no asumir el cambio indispensable.
Si el desastre es ominoso e inexorable, si no tiene nombre, ¿cómo podremos entonces narrarlo? con el fin de enfrentarlo, resistirlo, confrontarlo, utilizando el alma que poseemos, que es la palabra. Habrá que empezar por romper el silencio, quebrará encubrimientos y falsificaciones para romper el silencio.
Un graffiti que vi hace un año y medio en un muro de Ciudad de México me erizó la piel y me conmovió y comprometió hasta el tuétano. Era simple y poderoso. Decía, "Gaza, digo tu nombre." Gaza, la nueva narrativa debe decir su nombre.
La sola mención de Gaza rompe cristales, rompe apatía, rompe hipocresías y rompe silencios.
Callar hoy el genocidio en Palestina es tan imperdonable e inmoral como lo hubiese sido hace unas décadas, callar el atroz Holocausto judío si es que hubiera transcurrido ante nuestros ojos, como sucede hoy con el exterminio sistemático de la población de Gaza y el asesinato por hambre de niños y niñas.
Creo que la narrativa honesta y lúcida en nuestros tiempos debe empezar por proclamar la recuperación del derecho universal a la vida y volver a levantar el nunca más. Y volver a derrotar el nunca más, un nunca más que sea válido para todos los pueblos de la tierra, sin distingos de raza, religión o geopolítica. Alto ya al genocidio que hoy arde.
Que no suceda nunca más y que no olvidemos ni neguemos los genocidios que en el pasado a lo largo de la historia han fulminado a las gentes del África, antes esclava de día alzadas contra el colonialismo y más libres que nunca. El genocidio contra los árabes de Argelia, contra la población de la India diezmada por el colonialismo británico y como tantos tantos otros pueblos sometidos.
Como, ¡acaso no fue genocidio también el de los armenios y los camboyanos? ¿Acaso no fue holocausto el Hiroshima y Nagasaki? ¿Acaso el último genocidio que ejecutado por Alemania fue de los judíos, olvidando el que cometieron en el suroeste africano?
Empecemos por nombrar para no permitir que sea minimizado o negado el genocidio contra nuestros propios ancestros, los pueblos originarios de América, atrocidad que durante la conquista y la colonia perpetraron los imperios europeos, reduciendo a nuestra población nativa de unos 140 billones a menos de 15 millones en masacres, violaciones nativas masivas, hambrunas devastadas, contagios, explotación y esclavitud.
Aunque se haya perdido la gran mayoría sus riquezas en lenguas, creencias, artes, ciencias y cosmología, su espíritu sigue vivo en la sangre que corre por nuestras venas y en los colores de nuestra piel.
Contra la limpieza étnica y el supremacismo blanco, la nueva narrativa armará con palabras, poemas, cuentos y bailes, un carnaval libertario de hombres y mujeres moras, mulatas y mestizas, donde quepan los somalíes de piel y ojos color ámbar y donde tengan lugar el tono aceytunado del pueblo romaní y el bronciño de las gentes de San Basilio de Palenque y de Costa Rica de Oaxaca.
El reflejo dorado del atardecer que tiene a los habitantes de San Miguel Allende. La piel café tostado de los vincas de Sudán del Sur. El color nilótico de los habitantes de las orillas del Nilo, cuya piel refleja el color de su río. Y los ojos negros y la piel canela del bolero de los panchos.
Y todas las razas y las gentes todas, las de piel cobriza, maquiata, amarilla, o cetrina marfil, vainilla, olivasia. Y el cobalto eléctrico de los tuaregs, hombres azules del Sahara y el rojo brillante con que se cubre el antiguo pueblo masáe. Porque toda raza es bendita y todo pueblo es elegido.
Construyamos un gran relato del mundo que tenga como protagonistas a los emigrantes, inmigrantes, caminantes y peregrinos. A los indocumentados, los que están presos en tierra extraña, los enfermos y hambrientos. Una narrativa que gira en torno a las niñas todas y a todos los niños y los adolescentes que intentan hacerse hacerse adultos contra toda evidencia.
Los discriminados o agredidos por reclamarse de un género o sexualidad divergentes. Las gentes sin patria ni techo. Planeemos un regreso al hogar para Ulises, el griego de Homero, pero también para Ulises, el terco de Ya no estoy aquí, es extraordinario filme-Odisea sobre los solo cholombianos.
Que los y las jóvenes, como el terco Ulises, no tengan que huir de su tierra y se deben hacerlo que sean amparados donde quiera que lleguen porque ellas y ellos son el futuro. Rescatemos la palabra santuario. La palabra y el hecho. Santuario en su definición original que es lugar de refugio, donde el brazo y la ira de mi enemigo no pueden alcanzarme.
Santuario para quienes en el mundo huyen de guerras y hambrunas. En América Latina no abandonan ni expulsa sus gentes. Que sea para ellas santuario. Que las veneren, respeten, cuiden, protejan, las eduquen y les di trabajo con justo pago, techo que guarde y comida para llevar a la mesa y alimentar a la prole. Que Gaza sea santuario y no palmeario.
La narrativa que nuestra era requiere debe recuperar la moral, la dignidad y la decencia que han quedado ahogadas por las políticas de discriminación, exilio y odio.
Que la sensación de desamparo y no futuro que conlleva el desastre se vea reparada por el afianzamiento de una fuerte, una toma de conciencia ética, política y global y una institución del humanismo solidario. Por una lucidez universal que sea ambientalista, anticolonialista, antirracista y anti-apartheid.
Acompañamos a los pensadores y periodistas de muchas procedencias que hoy exponen el espectro aniquilador del imperio develándolo como amenaza global. Y junto con ellos los músicos y cantantes, poetas, actrices, activistas y ríos y ríos de millones y millones de manifestantes y gentes indignadas que inundan las ciudades del planeta.
Naveguemos con la flotilla en su propósito de dar de comer al hambriento y de beber al sediento, ancestrales máximas que todo ser humano que pueda apreciarse de ser uno. Por una narrativa que se pregunte, ¿qué ha sido de la vida humana, de su carácter sagrado, que ha sido el respeto por la vida, su afirmación sobre la tierra, su alegría? "Alabaré la alegría.", reza la frase quizá más bella de la Biblia.
Atentemos una narrativa que, sin negar el dolor, alabe la alegría. Nos han ido empujando hacia una era sin Dios ni ley, abriendo todas las reglas de convivencia y eliminando las convenciones de paz libertad y soberanía. Quieren reducirnos a una esquina donde no quepa el lenguaje del amor.
Recuperemos el lenguaje del amor como columna vertebral de la narrativa nueva, que todo el relato sea en el fondo una historia de amor, revelación y rebeldía a través de las epifanías del amor.
México, Colombia y Brasil alzan la voz por América latina, exigiendo el cese inmediato de la matanza, discriminación, trato inhumano y supremacismo de una raza sobre las demás. ¿Será posible encontrarle en la situación actual una narrativa simbólica y mítica?
¿Podremos hacer que nuestras vidas y nuestro relato den testimonio de lo brutal y al mismo le canten a un amanecer luminoso? Si el sentido se ha agotado, vayamos más allá de los límites del sentido. No nos quedemos en un relato cómodo que no moleste a nadie que se contente con no desagradar.
Aventurémonos en el lenguaje que sacude para despertar conciencias confrontando y penetrando en capas peligrosas de la mente y de la existencia. Un relato que nos haga sentir vivos porque vivir ya no es suficiente. En medio de tanta muerte hace falta sentirse vivo. Un relato que se entregue al vértigo al vértigo y se atreve a entrar allí donde la razón patina y falla el lenguaje.
Recorramos el corte onírico, irracional y emocional, buceando en en duras inéditas y verdades no dichas. Porque, parafraseando a Goya, si la razón del poder ha producido monstruos, necesitamos una narrativa en las antípodas del poder, sus acciones y razones. Un relato que llame a entrar en la acción, aunque no se tenga esperanza.
nec spe nec metu emblema latino que significa sin esperanza, pero sin temor. El que espera es espera, a la pasividad de la espera, palabras que convoquen a la acción audaz y reparadora. No se mira de frente al sol ni a la muerte, dijo el arroyo fúnebre. Hagamos lo opuesto, miremos de frente al sol y a la muerte, sin permitir que nos cieguen.
No se tratará de una narrativa viva truculenta, que se regodeen en el horror, pero sí de una que no cierre los ojos ante lo truculento y el horror del desastre. Escribir sin tabúes frente al sexo, la muerte o la violencia, sin falso pudor, sin concesiones a la censura o a lo políticamente correcto.
Recurrir a la locura controlada como supervivencia ante una sociedad en pleno derrumbe de valores y aniquilación del humano. El humor como recurso clave, desafiar con el humor y la burla el poder absoluto de los déspotas contemporáneos, ya que su ego monumental los hace ridículos.
Escribir en clave de parodia porque la parodia representa los excesos de lo real. Recurrir a la oscura y cocosa brutalidad de la sátira para alumbrar mundos. A la tragedia, contraponerle la tragicomedia, que ofrece herramientas más aptas para tramitar la enormidad contradictoria de nuestra claro oscura realidad actual.
Contra la desacralización impuesta por el dinero y el consumismo, recuperar lo sagrado. Siendo lo sagrado aquello a lo que no podemos aproximarnos sin estremecernos porque es más grande y profundo que el nosotros mismos. Que vuelvan a ser sagradas las acciones, los seres y las cosas.
Contra la desacralización del café sin cafeína, la cerveza sin alcohol, los alimentos sin calorías, la seguridad personal ejerciendo violencia sobre los demás, la guerra tecnológica y sin muertos propios, el sexo online y personal deshumanizado y sin contacto, la utopía de la eterna juventud y la inmortalidad del individuo, las cirugías estéticas y el fitness llevado al extremo vicioso, dinero como fuente fundamental de felicidad, la tecnología de punta, el servicio de la muerte, la multimillonaria industria que prevean el acto secular el hombre de la magia visual que sea expresión radical y excesiva, ecléctica, influyente e irreverente.
Que goce de la esencia para incorporar técnicas de serie televisiva, de teatro del absurdo, crónica roja, cómics, liturgia, sinfonía, magia negra, que sea al mismo tiempo lírica y poética y reportaje de guerra, novela gráfica, que género policial, rock, música sacra, rap.
Una narrativa que rechace las aduanas que dejan pasar las mercancías mientras le cierran el paso a los trabajadores. Vía libre de ida y vuelta para los recolectores que provienen del Senegal y recogen fresas en Huelva. Para los inmigrantes mexicanos que recogen frutas en California. Para los que deben abandonar su casa en Afganistán a Burundi, trabajan por horas en la industria automotriz de Chile.
Bienvenidas sean las Kellies , donde quiera que estén. Son maravillosas estas Kellies acrónico de la que limpia, las que limpian, que inmigrantes colombianas organizadas en gremio que van por el mundo en el espíritu del oficio de limpiar lo todo, casas, bebés, ancianos, los que les buscan ella con limpieza y además llevan a cabo una de las tareas más vergonzosas y rechazadas por la gente local, la desinfección de hospitales de otros lugares donde el contagio suele incidir.
Frente a el ecocidio, una narrativa basada en la voz de pequeñas comunidades indígenas como la de Manantialito, en la Guajira, Colombia, que anda en pie contra la poderosa empresa minera del Cerro Cóndor de la multinacional suiza Glencore, una de las fuentes de carbón más grandes del mundo. La gente de Manantialito se niega a tener que desplazarse por falta de acceso al agua.
El río que atraviesa su territorio ha perdido caudal debido al la extracción altamente contaminante del carbón. Y ahí no termina el ciclo. Al igual que el uruguarú, criatura mística que se muerde la cola, así también el genocidio y genocidio se entrelazan en un mismo círculo criminal. Para romperlo, el gobierno colombiano ha bloqueado la explotación del carbón del carbón a Israel.
A la par con las gentes humildes de Manantialito, los habitantes de esta gran urbe que es Monterrey a la voz de un río en el río o un cerro en el cerro, sueñan y luchan contra el embate arrasador de aquellas industrias que erosionan la poderosa cordillera que rodea y protege a la ciudad y que son obstáculos para que su río, el Santa Catarina, vuelva a correr cantarino y bendecido con un hermoso y generoso caudal de agua.
Necesitamos una nueva narrativa que dé testimonio. Así como la caída de Constantinopla marcó el fin del distanció, el genocidio de Gaza marca el fin de la empronta imperial y colonialista de la civilización occidental.
Un occidente que hoy fenice en las atrocidades que promueve y tolera, si logra renacer será en su revolución de los claveles, su Black Lives Matter, en su me too y la vuelta femenina, okay. Es su personal médico que destruido los hospitales por heridos entre las ruinas, entre su flotilla su mundo de la libertad.
Y en la energía y el valor de las Kellies de los comuneros comuneros de Manantialito, de los recogedores mexicanos de lechuga en California y de fresas en Huelva, de los arcanos sitios y milmados que trabajan como agricultores en Chicago y en Ciudad Toda esta historia se hará verbo y del verbo saldrá nuestro relato.
Y ya para terminar, mi voto para que aquí en la Feria de Monterrey 2025 que hoy se inaugura aportemos a una alegre y clara narrativa que sea cumbia. Cumbia sin la guerra, cumbia rebajada y cumbia a todo trago. Muchas gracias.
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Laura Restrepo «Laura Restrepo inaugura la FILMTY 2025 con un llamado a una nueva narrativa>>, Revista Sector Nostalgia pasión por el retorno, digital, Vol. VI, Núm. 68, (octubre). URL:AVISO EDITORIAL | MANIFIESTO EDITORIAL | POLÍTICA EDITORIAL | DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS | AVISO DE PRIVACIDAD
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