"Entendemos la vida como entendemos el teatro", Emanuel Anguiano

 “El teatro es una ventana para poder mirar más allá. Para poder conectar, para poder empatizar. Creo que, como cultura, como sociedad, nos falta eso. A veces vamos corriendo por la vida, con una necesidad de avanzar, avanzar, avanzar. Y nos hace falta detenernos. Escuchar. Escuchar al otro, escucharnos a nosotros mismos. Escuchar a la naturaleza. Escuchar las cosas.”.

Emanuel Anguiano.

Emanuel Anguiano, dramaturgo, director y gestor cultural.
Fotografía: Jonathan Machado.


Ver: Calígula en la 43 Muestra Nacional de Teatro.

 ¡Hace unos días compartimos que "Calígula", adaptación y dirección de Emanuel Anguiano fue seleccionada para participar en la 43 Muestra Nacional de Teatro!

 La puesta en escena cuenta con la actuación de Rosa Ma. Rojas, Tere Medellín, Morena González y Liliana Cruz.  Entrevisté al director, quien actualmente es Coordinador de Teatro CONARTE y compartió sus reflexiones sobre la adaptación de la obra de Albert Camus, la gestión cultural, el proceso junto a su equipo, el maestro Gerardo Dávila y el Teatro. ¡Gracias maestro!

 Emanuel, es un gusto entrevistarte. Eres un director con propuesta estética, con un interés por abordar la condiciones o pasiones humanas más profundas. Así te he percibido teatralmente durante años y también realizas gestión cultural, de eso quiero charlar contigo, bienvenido Emanuel.

Igual, muchas gracias por acercarte y encantado de platicar.

Realizas Gestión Cultural en el Consejo para la Cultura y las Artes (CONARTE), ¿cómo ha sido tu experiencia?

A mí me apasiona mucho, como creador escénico, la cercanía al teatro y también desde la gestión cultural porque creo que va encaminado al mismo objetivo. Es decir, deseamos como comunidad que el teatro sea, obviamente, una profesión a la cual nos podamos dedicar. Deseamos que el teatro sea una actividad, que también congregue más públicos. Deseamos que el hábito de asistir a los escenarios también se replique en muchas más personas. Que podamos acercar a nuevos públicos, que podamos mantener esta pasión viva y este espíritu. De conocer las propuestas teatrales no solamente desde el aspecto comercial sino desde el aspecto de la búsqueda, de intención artística, de reflexión sobre el mundo.

 Entonces, en CONARTE agradezco muchísimo esa oportunidad desde la Coordinación de Teatro, de poder impulsar los programas, los diferentes festivales, las convocatorias, las becas, todas las temporadas que tenemos de teatro y a través de acciones estratégicas lograr contribuir a desarrollar un ecosistema saludable para el creador escénico.

 O sea, creo que ese es el punto medular de la gestión cultural, entender que la labor de promoción teatral no solamente radica en difundir un proyecto a la vez. Es pensar que, para poder subsistir, para poder tener continuidad, temporadas más largas y vivir realmente del teatro tenemos que preparar una diversidad de factores.

Tenemos que ser conscientes de que no solo es la comunidad artística, sino también las instancias culturales, las políticas culturales, los espacios, el público en general y las universidades. Creo que también las universidades, sobre todo. Como conectar y vincular nuestra labor desde la institución de CONARTE con las escuelas de teatro, con las escuelas en general. Porque realmente es una labor integral.

 Solamente así, entendiendo la complejidad y la diversidad de factores que intervienen en el hecho escénico, vamos a poder levantar los espacios. Y realmente seguir creando, que es lo que creo que a todos nos motiva. Yo no dejo de estar cerca de la creación. Simplemente creo que me dedico a muchas más actividades que la impulsan.

 Y precisamente, estas cerca de la creación y diriges Calígula de Albert Camus, es un texto impresionante de profundidad filosófica, ¿cómo fue que decidiste dirigirlo?

 Pues todo surge a partir de la iniciativa de la convocatoria Beca Julián Guajardo para jóvenes directores. Vi las bases y me interesaba mucho aplicar. Vi que, en el caso particular de esta convocatoria a diferencia de otros programas o estímulos a la creación, había una terna de textos de la cual cada director postulante tenía que elegir un texto de ahí. Fueron textos que en su momento dirigió el maestro Julián.

 Y, en ese sentido, el primer ejercicio fue conocer esos textos. Irónicamente, el último texto que revisé fue Calígula a pesar de que sabía que era un texto de Camus. Y yo sí he conocido varios textos de él. Hace como quince años actúe en El malentendido, exploré toda la dramaturgia profunda, de construcción de la psique humana, de las relaciones, de una especie de absurdo de la vida en esta obra y entre otros textos que también conozco de Camus.
 
 La primera imagen que tenía del personaje de Calígula era la imagen de un emperador llevado a la locura, a los extremos de la locura. Y el referente primario que tenía era la película de Tinto Brass, con Malcolm Mcdowell. Entonces, en ese sentido no me parecía algo interesante de abordar ese aspecto morboso. Es decir, ¿para qué hablar de un personaje llevado a esos extremos? ¿Para qué regodearnos en excesos?

 Sin embargo, una vez que empecé a leer el texto me encantó. O sea, le compartí al equipo que fue justo en la escena entre Calígula y Helicón, una de las primeras escenas donde inicia la obra, donde Calígula está perdido. Nadie sabe dónde está a raíz de la muerte de Drusila, su amante y hermana. Y cuando regresa se encuentra primero con Helicón que es una persona de confianza y en esa conversación está el meollo de la obra. El personaje de Calígula expone que la vida no tiene sentido, que las personas mueren y no son felices. Es una de las frases icónicas de esta obra.

 Entonces cuando empiezan los personajes a dialogar sobre esto, me hace mucho sentido. Yo encontré mucha empatía con este discurso de una persona revelándose ante el sin sentido de la vida, ante las cosas que están fuera de su control y particularmente de que es un discurso muy entrañable con el que podemos empatizar. 
 
 Es decir, hay cosas que salen de nuestro control, que no podemos controlar como lo es la muerte, la naturaleza, como son las situaciones adversas a las que nos podemos enfrentar durante nuestra vida. Recordé que en obras previas de mi autoría ya había abordado esta pregunta, específicamente en Tiranosaurio*. El inicio es muy similar, es un personaje que está en un centro como de autoayuda y acaba de perder a su familia, acaba de perder su casa, acaba de perderlo todo. Y es también como un reclamo existencial de ¿cuál es el sentido? Entonces, a raíz de esa afinidad me encantó el texto.

Empecé a ver cómo toda la obra era un discurso en dos sentidos. Uno, la búsqueda del poder. Una especie de retrato del poder llevado hasta sus excesos. Pero, también una pregunta existencial. Como un grito existencial de una persona que se da cuenta de que esto es todo y no hay nada más. Esta gran pregunta de ¿por qué estamos aquí? ¿Cuál es el sentido? 

 Y eso fue lo que me llamó más la atención porque las obras, lo que he escrito, lo que he dirigido en las demás puestas en escena siempre creó el motor que las detona. Es como este tipo de preguntas filosóficas sobre nuestra condición y Calígula es totalmente esa premisa.

Fotografía: Jonathan Machado.

Ahora, esto que hiciste requirió de actrices sumamente comprometidas y el resultado se vio en escena, ¿cómo fue para ti la experiencia con ellas y con Gerardo Dávila? 

 Claro, es que el proyecto nació también como una intención de trabajar con ese equipo particular. Yo había trabajado con todos ellos en algunos otros montajes. Pero, nunca todos juntos en un mismo proyecto. Tenía muchas ganas de volver a trabajar con la maestra Rosy Rojas, desde Pacamambo que no trabajábamos juntos.

 Gerardo Dávila siempre fue mi cocreador por excelencia. Era la inspiración para todos los personajes y al mismo tiempo era el colaborador creativo con el cual detonábamos todos estos procesos de incubación de las ideas que originaban los montajes. 

 Toda esta línea filosófica, de búsqueda de exploración, tanto en lo estético, como comentas, como en las propias obras, de la dramaturgia, era parte de las personas. Yo siempre he partido de que el proceso creativo es un proceso horizontal. Es un proceso de compartir ideas. Y para mí lo más lo más gratificante es el proceso mismo. El poder compartir estas preguntas que nos hacemos, abordarlas durante todo el montaje con estas personas que respeto, que admiro y que tienen ideas muy interesantes.

 En ese sentido yo hice primero el equipo, lo conformé. Dije “Vamos, quiero trabajar. Quiero hacer mi lista de navidad, de con quién quisiera trabajar”. Y después vi cómo resolver a nivel de personaje la obra. Entonces, fue como perderle el miedo a eso, porque la obra de entrada, te comento, es una obra que tiene como veinte personajes. Hay un personaje femenino nada más que es Cesonia y yo dije “no quiero ver en términos de género, no quiero ver en términos de rangos de edad”.

El propio personaje de Calígula es un personaje joven, es un personaje, un emperador muy joven. Entonces, desde ese punto dije “Vamos a hacer el planteamiento de ¿qué pasaría si es un gobernante ya de edad adulta, un personaje maduro y que a su vez también sea interpretado por otras personas, por actrices? O sea, hacer toda esta combinación, toda esta disociación entre el perfil del personaje y las características de los actores o actrices que lo interpretaron.

Eso fue el ejercicio creo. Y digo, es algo que agradezco y celebro bastante. Realmente yo elegí trabajar con este equipo. Realmente agradezco que hayan aceptado poder compartir este proyecto. Desde luego, por supuesto, perder a Gerardo Dávila, obviamente, fue un antes y un después en la obra que a su vez enriqueció la dramaturgia. Enriqueció toda la misma metáfora de la obra. Y como éramos un equipo no nada más de compañeros sino de amigos, de gente muy conocida. Creo que asumimos desde la propia ficción, desde la propia adaptación esta pérdida. Realmente resignificamos el texto.

Y vuelvo a lo que comentaba hace un momento, la escena que a mí me compró la idea de hacer esta obra, fue esta conversación entre Calígula y Helicón. Donde Calígula viene de una pérdida de un ser querido que lo transforma totalmente. En el momento en el que perdemos a Gerardo, también mi manera de enfrentar el ¿cómo vamos a resolver el montaje? Fue desde el mismo texto, en un sentido de coincidencia muy extraña. Entramos en los zapatos del personaje. Es decir, estábamos enfrentando una pérdida sin sentido y estábamos también tratando de resolver ¿qué hacer con la obra y cómo enfrentarnos a la obra cuando ya se rompió el corazón de la misma puesta en escena? Es decir, ¿cómo continuamos después de eso? y creo que la respuesta es el montaje que hicimos. 

 Es una experiencia que combina la ficción, que combina la anécdota personal que tuvimos, que combina nuestra misma pregunta existencial y también esta búsqueda sobre el poder político que es lo que la misma obra plantea.

Fotografía: Jonathan Machado.

 Pregunta final Emanuel, ¿qué ha significado para ti hacer teatro?

 Órale, pues le ha dado un propósito. O sea, creo que la manera de conceptualizar el teatro es algo que te permite hacer preguntas. Y creo yo que la manera de conceptualizar, lo que a mí me apasiona hacer sea teatro o sean otras actividades, tiene también que ver con hacer preguntas. Con preguntarnos cosas. El teatro para mí en ese sentido ha sido la base de todo eso. Entendemos la vida como entendemos el teatro que creo que esa es una de las premisas que he tratado de entender desde los propios procesos que ha abordado.

 Y como te lo comento, es algo que rebasa las mismas puestas en escena. Es algo que aplico en el caso de CONARTE. Pues en la gestión de otros proyectos, de los programas teatrales, lo aplico también en la docencia cuando imparto cursos en artes. Lo imparto en mi vida personal. Es decir, es un deseo, una necesidad de búsqueda. De conexión con el otro. De hacer sentido de las cosas y que finalmente yo lo justifico de esa manera. Siento una gran afición y pasión por crear. No por el hecho solamente de explorar estéticamente un proyecto sino porque es profundamente gratificante enfrentarme a esas grandes preguntas, a esos grandes misterios de la vida.

 Hay otra obra que hicimos hace siete ocho años Spek** donde uno de los personajes tenía una crisis, un director de teatro y decía que ya estaba harto de las cosas porque había dejado sangre, dinero, sudor, su tiempo todo en los proyectos y realmente yo tomo estos momentos. Porque igual, siempre parten de una mirada muy personal y reafirmo que cuando creamos dejamos todo. Calígula fue un acto de dejar todo. O sea, dejar a un personaje, dejar a un compañero y un amigo durante el proceso… ya no hay más allá que eso.

 Entonces, en lugar de tomarlo como un aspecto de derrotista o sentir como la gravedad de todo lo que nos acontece, el teatro es una ventana para poder mirar más allá. Para poder conectar, para poder empatizar. Creo que, como cultura, como sociedad, nos falta eso. A veces vamos corriendo por la vida, con una necesidad de avanzar, avanzar, avanzar. Y nos hace falta detenernos. Escuchar. Escuchar al otro, escucharnos a nosotros mismos. Escuchar a la naturaleza. Escuchar las cosas.

 Y el teatro como ese elemento de comunicación, de conexión, creo que es el oxígeno que nos permite seguir vivos. Es lo que nos da sentido, lo que nos da propósito. Yo lo justifico así. Totalmente. Y te digo, en todas las cosas que hago las vínculo de esa manera. Ante la gran pregunta de la existencia, el teatro es un camino para ponernos frente al mundo y entenderlo o desentenderlo. De conocernos y también de desconocernos, es un poco de eso.

 Gracias por tus respuestas Emanuel, por tu tiempo. Enhorabuena por lo que estás haciendo en la coordinación de Teatro en CONARTE. Hay un coordinador que está problematizando su entorno, en este caso el teatro. Enhorabuena porque nos traes proyectos como Calígula que también pasan a la memoria por el hecho de abordar un acto creativo que profundiza en las cuestiones humanas.

 Muchas gracias a ti. Y también gracias por esta labor de documentar de poder entrevistar y conocer a los demás creadores. Yo también celebro y ojalá haya más espacios para que incitemos a la reflexión y a la memoria. A la preservación de la memoria, esto que también realiza la doctora Elvira Popova con Mayra Vargas. Es eso, cerrar esa brecha entre las generaciones y no perder la historia de nuestros pilares, de nuestros maestros, de nuestros amigos. Porque eso somos. Somos los aprendizajes de las personas que nos anteceden y para poder continuar su legado es necesario recordarlos. Entonces totalmente yo me sumo a este a tu ejercicio, a este espíritu de documentar y de seguir hablando de estos temas.


*Tiranosaurio, es texto y dirección de Emanuel Anguiano que formó parte de Puestas en Escena 2018 y representó a Nuevo León en la Muestra Regional de Teatro Noreste 2019.

** Spek, texto y dirección de Emanuel Anguiano que participó en Puestas en Escena Conarte 2015 y en el Ciclo de Jóvenes directores.

Entrevista realizada por
Aarón Coré
¡Pasión por el retorno!




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