Tanto amamos cuanto conocemos. Por: Valeria Mariscal.

 “La educación ha de aspirar ante todo a formar seres humanos”.

Juan Amós Comenio. 

   Ni en lo más vasto de la educación queda espacio para la acepción de personas, sean nobles y plebeyos, ricos y pobres, mujeres y niños, todo ingenio es bienvenido.

   Este año tuve el goce de leer porciones de la gran obra “Didáctica Magna” de Juan Amós Comenio. Comenio fue un teólogo, filósofo y pedagogo, nacido en una familia protestante en Europa de 1592. 

Además, es quien aportó los primeros planes de estudio en la educación fusionando un pensamiento crítico y cristiano, un pionero de la pedagogía. Entre la gran variedad de ideas que Comenio postuló para la educación se encuentra una que me dejó anonada, la cual nos dice: “Se deben reunir en las escuelas a toda juventud de uno y otro sexo” (Cap. IX de Didáctica Magna)

  Dicha idea fue postulada en el año de 1630, sin embargo, sigue siendo retumbante hasta nuestros días. Por lo tanto, permítame hacer una pregunta a todo aquél que ha puesto sus ojos en la educación, ¿Has participado en la acepción de personas al círculo del ingenio?

   Indudablemente en nuestros días esta acepción aun logra deslizarse, sin embargo, seamos claros, el hombre es criatura sin igual, único capaz de razonar. ¿Por qué haríamos acepción aun con nuestra naturaleza? ¡Bienvenidos todos! Sea el hombre instruido sabiamente en las letras, en virtud y religión, como diría Comenio: “Para atravesar útilmente la vida y dignamente el futuro”.

  ¿Qué somos para incluir solo algunos? Criaturas insignificantes que necesitan aprender. Comenio argumenta: “Dios mismo asegura que en Él no hay acepción de personas; toma lo más insensato, a los débiles, a lo despreciado y los dota como instrumentos para Su Gloria”.

   Sí, somos expertos en mantener obstáculos para incorporar todo ingenio a la luz del conocimiento. Comenio compara los viveros frutales con la variedad de ingenios que llegamos a descartar y a partir de esto, nos enseña sobre la insensatez del hombre:

  “En los viveros no solo se prefiere a los árboles que dan fruto temprano, sino también a los medianos y tardíos; cada uno halla alabanza en su tiempo. ¿Por qué, pues, hemos de admitir una sola clase de ingenios precoces y ágiles?”

   Insensatos somos contra nosotros mismos, aun los tardos alcanzan al de mayor ingenio, incluso los veloces se agotan pero los tardos pronto razonan.

   Comenio nos demuestra que, el hombre es un ser pensante y racional, por lo tanto ¡Sean todos instruidos sin excepción! Vengan a las escuelas uno y otro sexo, vengan las mujeres al cetro de la educación y el pensamiento.

  “La mujer es también partícipe de la gracia de Dios y heredera de Su gloria; está igualmente dotada de entendimiento ágil”

  ¿Por qué hemos de excluirlas? Tome la mujer los libros con libertad, crezca en sabiduría y gracia, pues también ellas son capaces de ciencia.

   Comenio nos dice: “No olvidemos llenarnos del verdadero conocimiento en Dios, conozcamos y seamos llenos de virtud y piedad, conozcamos la honestidad y la santidad”.

  Esta crítica elaborada por Juan Amós Comenio nos invita a marcar la igualdad para instruir a la juventud, gritemos fuerte que la educación tiene puertas abiertas para artesanos, campesinos, gañanes, mujeres y niños.

   Por lo tanto, ¿Qué sucederá cuando el círculo del ingenio se haga universal? Comenio nos dice: “No faltarán ideas para pensar, para desear, para amar y obrar el bien; florecerá el hombre y fijará sus acciones, conocerá el camino por el cual andar y aun tendrá tiempo justo para meditar en las obras de su Creador”. Coincido con él, el ser humano es el único capaz de construirse, por ende, sean las puertas de la educación abiertas a todo aquel cuya naturaleza es racional.

   Ármense de valor, tomemos los buenos libros y seamos leedores constantes de la Palabra de Dios.

   Y aquél cuyos ojos son puestos sobre la educación, sea pues como el sol del cielo, cuya función es alumbrar, calentar y vivificar la tierra ya que por su luz hay vida, florecimiento y fruto. ¡Todos conozcan sin acepción!

Por: Valeria Mariscal

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