La transculturación latina a través de las canciones de salsa: Por Tláloc Israel.


  A través de los años, la historia de los seres humanos en la sociedad ha sido enmarcada por una serie de acontecimientos que de alguna forma ha delimitado y hecho que en consecuencia su ideología impere y trascienda en modelos y sistemas aparentemente opuestos a los suyos.

  Al hacer una revisión panorámica de nuestra historia, observamos que se trata de una cuestión donde se gestan en contraparte dos sujetos o puntos de partida hacia un tratamiento de cambio en las sociedades, estos son: hegemonía y subalterno. Partimos de este par de conceptos para entender la serie de silogismos que datan a otra serie de hechos que tienen vigencia y pueden seguir así por el resto de la inconsciencia de la humanidad.

  En la música, como en otras representaciones sociales a través del arte, acontecen actos de la vida cotidiana, las cuales nos hacen abrirnos a la posibilidad de la existencia de una representación, pues, de la dinámica del cambio social que está en movimiento permanente. Si estos cambios o movimientos con que la sociedad se rige, se pudieran explicar haciendo un análisis en torno al lenguaje de las letras de las canciones o a la propia música, también se haría una apertura al estudio de la cultura a través de la historia de la salsa y cómo esta es vista desde distintos puntos de origen.

   El presente artículo pretende entonces, derivar del análisis textual de algunas canciones del género salsa, una explicación breve pero concisa de la manifestación de la Transculturación latina que se enfoca dentro de las mismas canciones, partiendo del hecho de que las canciones que aquí se ejemplifican, hacen notar la presencia de las migraciones como punto focal del fenómeno de cambio en las culturas.

   Para comenzar, debemos primero entender los conceptos clave, los cuales son: cultura, transculturación, migración y la propia salsa, que van a guiar esta indagación en torno a lo que conocemos como Latinoamérica, el Spanish Harlem y el sueño americano.

   La cultura ha sido concebida como la relación que existe entre elementos y sujetos de un entorno social, con el pensamiento determinante de dicha cultura. Para esto no podemos dejar de lado un tema de suma importancia, que justamente Ramón Grosfoguel aborda en un seminario de Descolonización del conocimiento y descolonización de los paradigmas de la economía política en 2012, en el cual señala a manera de introducción al entendimiento del pensamiento decolonial, que entendemos al mundo como se nos ha configurado, y que entonces ello implicaría entender la constitución de nuestras culturas como una ruta de la enseñanza en la universidad occidentalizada.

   Grosfoguel hace énfasis en que debe hablarse de universidad occidentalizada, y no universidad occidental, porque la occidentalización refiere a un proceso donde se confina al conocimiento de las distintas culturas y el pensamiento provincial, para acercarnos a un pensamiento provincial disfrazado de universal. De esta forma, la concepción de la cultura ya no puede ser vista desde varios puntos, desde varias vistas, sino desde una visión occidentalizada en donde el eurocentrismo impera de manera patriarcal y con el verbo de un hombre europeo.

   Se dice que las culturas en Latinoamérica están casi extintas, al menos la mayoría, y ello implica también apartarnos de nuestra propia historia a partir de la antropología. Señala Grosfoguel: es un genocidio, pero como el problema es epistemológico, es un epistemicidio. Refiere entonces al despojo y destrucción que ejerce el pensamiento occidental y occidentalizado. Ahora, y entendiendo cómo concebimos a la cultura en Latinoamérica, la Transculturación ha sido un concepto al que se han referido varios académicos como Fernando Ortíz, quien señala que “la transculturación suele ocurrir a través de procesos migratorios, políticas de poder oficial o por la influencia de los medios de comunicación” (1983:101), y que ello remarca, pues, una constitución de las transformaciones cuasi lógicas que se dan en este territorio lleno de migraciones, y por supuesto, en las canciones que se proponen a continuación.

   Antes de abordar el concepto Transculturalidad en este ensayo de la mano de las canciones, es necesario también hacer énfasis en el objetivo de los Estudios Culturales, sin el cual no habría un estudio pertinente en torno al campo de la investigación e indagación de las culturas en Latinoamérica. Y es que, ya no es una inferencia sino una realidad que occidente se apropió con la colonización de nuestras culturas. Entonces hablaríamos de que lo que llamamos a nuestras culturas, son subculturas o transculturas de una obviedad propagada hace más de doscientos años.

   Se parte, pues, de la filosofía como parte hegemónica universal, donde para dar solución o explicación a las diversas cuestiones en torno a la creación o cosmovisión del mundo, al ser y a la sociedad, se vuelve a indagar en lo ya entendido desde un punto de vista occidental, en Kant, Rousseau, Descartes. Entonces, ¿Qué espacio o lugar tiene la música si como representación del arte se sirve de sí misma? ¿Para qué conocer el proceso de transculturación en los latinos? ¿Somos latinos o nunca lo fuimos?

   Las cuestiones parecían no tener solución, sino hasta la llegada de los Estudios poscoloniales, los cuales serían entendidos, explicados y difundidos por la escuela de Birminham, no aún en Latinoamérica, porque Stuart Hall, John Beverly y Ramón Grosfogel fueron quienes en este continente, a partir de los estudios decoloniales y poscoloniales, inauguraron otros conceptos como la transculturalidad y la subalternidad, rescatados de las cuestiones base para entender por qué somos como somos y por qué hacemos lo que hacemos en nuestro entorno histórico y nuestra historia llena de migraciones.

   El colonialismo fue concebido como un sistema de dominio en donde se efectúan cambios necesarios para que surjan otros arquetipos de humano en este siglo y en siglos pasados, tales como la esclavitud o el subalterno como la parte opuesta del pensamiento occidental que es hegemónico y se propaga de la mano del conocimiento europeo.

Las canciones y el estudio de las transformaciones sociales.

  Una transculturalidad implica una transformación de la sociedad, y ello también implica que desde diversas trincheras se puede observar y ver esta transformación, en este caso, de Latinoamérica. Decimos, pues, que la música caribeña, específicamente la salsa, está repleta en su génesis de migraciones, sea de la música cubana o de los cubanos a Colombia, pero esto no significa que las canciones sean de alguna forma panfletarias, por la única razón de que el arte no debe serlo. Sin embargo existen estas manifestaciones o representaciones de la realidad de nuestros pueblos. No se ha hablado tanto de la música como de la literatura, por ejemplo con Alejo Carpentier o José María Arguedas, que dibujan paisajes andinos y buscan rescatar las lenguas y comunidades indígenas.

  Cuando se habla de identidad o configuración de los latinos, nos podemos remitir a una ideología partidaria y colectiva, donde los movimientos sociales imperan en nuestras culturas. No tendríamos que pertenecer a la historia que busca ser contada desde abajo si no hubiéramos pasado por las dictaduras militares o la simple colonización. La historia viene a ser, pues, parte de una constitución del subalterno como la parte que busca ser la parte contra-hegemónica, que vendría a ser entonces occidente o la parte hegemónica que es un pensamiento alterno al de nuestras culturas indígenas, pensando en ellas como las precursoras de nuestras sociedades latinas, la lucha y la resistencia de los pueblos, los zapatistas, la guerrilla y los movimientos estudiantiles.

  Entre roles de género, visión de las luchas sociales y del latino en Norteamérica, se gesta un amplio panorama previsto, contado y musicalizado en un género como la salsa, que viene siendo el nuevo son cubano de una historia de esclavismo y trabajo duro.

  La canción Plástico, de Rubén Blades, enfoca su visión del latino en estados unidos, como un sujeto vulnerable prospecto a cambiar su identidad y perder sus raíces al chocar con un sistema diferente al de su país natal. Vendría a encontrarse, pues, con un capitalismo tardío, es decir, con un sistema nuevo donde se vuelve materia prima de la industria capital. Tiburón, también de Rubén Blades, haciendo una metáfora en el título, también del capitalismo, expone al latino como un ser vulnerable ante un sistema materialista en medio de una crisis económica. Refiere a un encadenamiento del ser a un sistema de capital que genera más y más deudas. Talento de televisión, de Willie Colón, en cambio, cuenta la historia de una mujer latina sin talento comunicativo, pero aun así es la mejor pagada por sus superiores, pues “tiene un buen cuerpo, razón poderosa”. Esta canción refiere a la máscara con que algunas mujeres se mueven en el medio artístico para alcanzar la fama, aún y cuando se encuentren con un sistema controlado por el capitalismo, en el cual, si mal les va, terminan regresando a su país, o siendo presa de la industria pornográfica. American sueño, de La Excelencia, muestra a un oído las razones por las cuales un latino se vuela la barda (cruza a Estados Unidos), y cómo éste cae en cuenta de que no es el mejor lugar para estar.

  Las cuatro canciones tienen una visión de los latinos desde distintos focos, sin embargo, ello no significa que no tengan un punto de encuentro para dos cosas: identificar al latino y entender cómo se da el proceso de transculturación, sin dejar de lado que las dos primeras canciones y la última indagan en la lucha de los latinos para preservar al menos su dignidad o percepción de lugar en el mundo.

   Plástico y Tiburón, de Rubén Blades, Talento de televisión de Willie Colón, y American Sueño de La Excelencia, reflejan a la sociedad latinoamericana desde su trinchera de El barrio latino en Nueva York para remarcar los problemas culturales manifestados en dicho entorno desde la mirada del sistema capitalista, y que penetran directamente al estilo de vida de muchos latinos en ambientes y sociedades diversas, pasando un fenómeno social que pocos reconocen como Transculturalidad hasta sentar las bases de una Neocultura que aleja al latino de sus raíces.

  Quizá el estudio más cercano al presente ensayo, es sin duda un estudio sociológico que se adentra en la música desde su génesis hasta sus últimas manifestaciones en la sociedad; este es: “¡Oye Gózalo! Migraciones y transculturaciones en la historia de la salsa: Del son cubano a la nueva vieja salsa bogotana” (2013), de María Sabina Acuña de Rojas, quien en este estudio sugirió que la historia de la salsa “es una historia de migraciones y transculturaciones” (s/p). Aunque haya sonado muy dictaminador, este estudio parte de la historia de las migraciones, que además generan un nuevo paradigma en el estudio de la salsa que es: una nueva vieja salsa bogotana, pensando, claro, en las innumerables migraciones de Cuba a Colombia, sin dejar de lado otra vez a las migraciones de los latinos a Estados Unidos.

  Las canciones que sostienen el presente artículo, pensado como un ensayo, contienen en sus letras más elementos que los rasgos atributivos, problemáticas que viven los latinos, sea en el barrio latino o en cualquier barrio de Latinoamérica, y retórica, que por lógica todas las canciones contienen de distintas formas, dependiendo del autor, las intenciones y los fines.

  No se puede dejar de lado que estas canciones tienen un ritmo muy caribeño, muy representativo de los latinos y mestizos afrodescendientes, por ello también logramos entrever otras variantes para este u otros estudios futuros, tales como los efectos de la música caribeña postcolonial, ya no sólo de la salsa, sino de la cumbia.

  La selección de estas canciones tiene mucho que ver con los títulos de estas, ya que el Plástico es contaminante, el Tiburón es un depredador “necesario”, el Talento de televisión se rige por el género en torno al cuerpo, y el American sueño es el concepto más sonado en Latinoamérica. Se quiere rescatar a la música y su cultura, pero también a los latinos. Aunque suene muy ambicioso, hay muchas contradicciones en el discurso humano, a veces demasiado humano de los latinos.

  La transculturación es un fenómeno que, como algunos académicos e investigadores como Clifford Geertz o Fernando Ortiz lo han reflexionado, marcan los límites en una sociedad a través de la dinámica del cambio dentro de las culturas existentes. En esta misma idea que reflejan las previas investigaciones a los estudios de la cultura, se logran observar otros tipos de influencias que, también ideológicas, se adentran en la indagación del trasfondo de los objetos de análisis para la inagotable fuente de reservas históricas que se archivan dentro de los libros, canciones y películas.

  La estructura de poder colonial, que no es ajena a este análisis, “fue y todavía es el marco dentro del cual operan las otras relaciones sociales, de tipo clasista o estamental” (Quijano, 1992, p. 11). Él mismo llama a este proceso “colonialidad”, que se basa en una estructura racial basada en la dualidad “europeo” vs “no europeo”, y que esta dualidad no es un ámbito constitutivo de acumulación capitalista, sino de un opuesto lógico ante el pensamiento único universal. Esta estructura de poder, mencionan Castro-Gómez y Grosfoguel, funciona reproduciendo su dimensión epistémica cultural, es decir, que desde esta dimensión se considera al pensamiento europeo/occidental como el único válido. Este proceso da pie a un fenómeno social llamado “desculturación”. Dicha información también da pie a pensar en la innumerable cantidad de transculturalidades que suceden día con día, ya no sólo al viajar de un lugar a otro.

  Se dice que no puedes nacer en Latinoamérica y no tener una mente revolucionaria, y es pues, la justificación o la excusa de querer salir o adaptarse frente de una colonización propagada como la estamos observando en los últimos años. El género problemático implícito en “Talento de televisión” nos adentra aún más a la normalización de la pre-visualización de los cuerpos como la manifestación de lo prohibido que se desea; La fuerza desmedida con que el latino responde a los abusos del “pez gordo” en las canciones de Rubén Blades, especifica también una transformación de las culturas precursoras del significado de vivir en sociedad y no civilización; el sueño americano que sólo sucede en los sueños del latino sobre una calle del barrio latino en Nueva York, nos hace caer más en cuenta de la gran pérdida que nuestras culturas están experimentando.

   Las 4 canciones nos muestran de lado a lado, de forma panorámica, un ambiente en donde el sujeto es el latino y el entorno físico es Norteamérica, pero ¿qué tiene Norteamérica que no tiene Latinoamérica? Si lo pensamos tan sólo en escuchar cualquier de las 4 canciones, incluso en otras que la salsa ha producido, nos daremos cuenta de que sólo hay pequeñas diferencias. Ello se justifica o se entiende al saber que las migraciones son el punto clave para que la transcultura se lleve a cabo. En ese sentido, ya no sólo con las noticias podemos ver o enterarnos de la muerte de nuestro pasado, y ver cómo el presente está removiendo una huella de nuestras antiguas fuentes de conocimiento, sino con las letras, que buscan resguardar de alguna forma nuestro lenguaje, nuestros bailes y nuestra historia, para nada y para todo, porque tampoco podemos afirmar que la música como representación del arte, debe ser panfletaria, pero sí abrirnos al análisis interpretativo e indagar acerca de cómo las estructuras, la poética y la dinámica del cambio se oyen, se manifiestan en el arte para ser vistas y no olvidar que en ella suceden cosas que con la retórica dibujan nuestra realidad, la construyen y la difunden. 

  Por: Tláloc Israel.

REFERENCIAS.

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