“Derribaré el muro con la espalda, con todas mis fuerzas”.
Jean-Paul Sartre.
Jean-Paul Sartre.
En el tercer semestre de mi carrera de Educación, que cursé en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León, tuve una materia llamada Historia de la Educación en México, y como tal, se requería observar cada una de las etapas o procesos que vivió la educación en su contexto histórico. Y era evidente que para que se suscitara una educación, siempre fue necesario que interviniera un maestro o maestra.
Pero, en esas sesiones de la materia sucedió sutilmente lo que leímos en esos textos históricos. El maestro que impartió la materia se llama Pedro Antonio Adolfo Contreras García y en su programa destacaba la importancia de la lectura pedagógica e histórica. Sin embargo, era necesario que el alumno se situara en su mundo y supiera qué les sucede a los otros antes de iniciar la clase. El breve análisis del contexto actual y su discusión era importante sobre todo en tiempos de una futura pandemia.
Además, dio importancia en sus clases a la lectura literaria y estuvo consciente de que cada alumno tiene un proceso distinto. Con esa comprensión hacia el alumno, inició un programa de lecturas semanal, donde él proporcionaba un título y autor para ser leído y comentado cada jueves entre todos. Iniciamos con Aura, de Carlos Fuentes, Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco, El principito, de Antoine de Saint-Exupéry, El muro, de Jean-Paul Sartre y finalmente Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez,
Y precisamente, con la lectura El muro, de Jean-Paul Sartre, se continuó con la reflexión porque es un cuento que nos habla de tres hombres que son prisioneros en la misma sala. Ellos habían sido privados de su libertad por los falangistas y después de ser interrogados fueron condenados a muerte. Uno de ellos era Juan Mirbal y debía pagar con su vida a pesar de no ser anarquista ni militante político como lo era su hermano. Tom Steinbock estaba consciente de lo que hacía y estaba involucrado en la resistencia hasta el tope y a Pablo Ibbieta, el protagonista, lo interrogaban para saber el paradero de un tal Ramón Gris.
Jean-Paul Sartre situó a estos tres personajes ante la muerte, específicamente ante el aviso de que iban a morir en las próximas horas. ¿Qué pasa una vez que te dicen que estás condenado a morir? ¿Cómo te enfrentas a la agonía de la espera de la muerte? ¿Importa si eres una buena alma? ¿Quién tiene el derecho a quitarte esa libertad con la que supuestamente se nace?
El lector a través de la lectura mirará el comportamiento de los tres sujetos, al igual que lo hace el doctor que irrumpe en ese espacio. Se observará al hombre que se va quebrando al paso de las horas y que son obligados a reaccionar fisiológica y patológicamente debido a que alguien ya había decidido quitarles la vida.
Pero en ese cuento Pablo Ibbieta aún es dueño de sus acciones y elige entre mostrar compasión por sí mismo, no mostrar piedad al otro o mantenerse en leal silencio cuando lo coloquen entre una bala y el muro que impide la libertad. A Pablo, lo tenían en ese lugar como parte de un plan y debía decidir entre la vida y la muerte. Es decir, se ofrecía la opción de delatar a Ramón Gris y a cambio, se le podía perdonar la vida.
De modo que llegamos al momento clave del cuento donde sucede esa gran broma de la vida y es un tema existencial que el filósofo Jean-Paul Sartre constantemente habló en sus obras literarias. Porque en un mundo al que hemos sido arrojados, tenemos una supuesta libertad, de la cual cada uno se hará cargo de sí mismo. Es cuestión de cada individuo elegir ante la espera de la muerte y eso será una vez que nuestra propia existencia se haya percatado de que la han condenado a muerte.
Ahora bien, ¿en qué se gasta el tiempo? ¿Qué es lo que se hace entre la vida y la muerte? Eso lo analizamos en cada lectura o contexto histórico. En la materia Historia de la educación en México, observamos las biografías de grandes pedagogos y educadores que, en su vida, eligieron construir al ser humano al compartir un conocimiento reflexivo.
Aunque el programa semanal de lecturas literarias fue leído lamentablemente por pocos en el aula, el maestro estaba consciente de que esa era una elección del alumno y es una elección a la cual nos enfrentamos constantemente los promotores culturales. Cada jueves habilitaba el espacio y tiempo para que sucediera un intercambio y desarrollo de la lectura, demostrando que no había ningún muro que lo hiciera desistir.
En el aula universitaria se abrió una posibilidad de compartir el conocimiento y de formar otro tipo de alumno. Es decir, a un alumno que lee, analiza, reflexiona y que va formando su pensamiento crítico como una postura fundamental de ser ante la vida. Así que sólo me resta comentar lo siguiente: maestro Pedro Contreras, ¡que vengan más sesiones así y que se sigan derribando los muros!
Aarón Coré.*
Nació en Monterrey, Nuevo León, México en el año de 1982. Egresó el 2015 de la Escuela de Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León, México. (UANL). Actualmente, cursa el sexto semestre de la Licenciatura de Educación en la misma universidad.
El 23 de marzo de 2020, creó la Revista Sector Nostalgia. Pasión por el retorno... A través de este proyecto, se retorna a un tema cultural, personaje o trayectoria de un artista específico y se vincula con nuestro presente por medio de la escritura, podcast, entrevistas y breves documentales.
Fundó Mezquiteatro, el 6 de febrero de 2019, una compañía teatral independiente en la que realiza talleres, escritura, teatro y encuentro con las comunidades.
*Actualizado el 04 de septiembre de 2021. Monterrey, Nuevo León, México.
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