Un soporte para la nueva modalidad educativa-tecnológica-televisiva. Por: Kassandra Rodríguez P.

 
Esta contingencia a causa del Covid19 nos ha traído consigo una serie de cambios a los cuales no estamos acostumbrados. De alguna manera siempre tratamos de adaptarnos a los cambios constantes en nuestro entorno.

   Es verdad que a causa de este virus y su letalidad hemos tenido que tomar medidas más rigurosas de higiene, sanitizar las áreas de trabajo y hogar, implementar el uso del cubre bocas y gel antibacterial para evitar la propagación masiva de este siniestro. Sin duda lo que más nos ha afectado como sociedad y como seres humanos con una rutina establecida, es decir siempre en constante movimiento, es el permanecer arraigados en nuestros hogares.

   Han pasado meses desde que esto empezó y con esto muchas labores se frenaron o tomaron otras opciones estratégicas para poder continuar laborando de alguna u otra manera, tal es el caso de las instituciones educativas. Al paso de los últimos meses estoy consciente que mientras algunos se viven quejando de la situación actual que atravesamos, otros están trabajando arduamente para poder crear nuevas estrategias a las cuales podamos adaptarnos y seguir con nuestras actividades laborales diarias.

   Leí en una publicación no hace mucho en una red social, al parecer de una madre de familia, esta se mostraba un tanto inconforme mediante su escrito con las nuevas modalidades educativas que se implementaron en todos los niveles educativos, desde el preescolar hasta universidades. Dentro de estas nuevas modalidades pensando en las posibilidades de las familias mexicanas, incluyendo así en la programación de la televisión local los cursos para niños de educación básica, también con opción de tomar clases vía internet por medio de plataformas, esta ha sido la herramienta más viable para estudiantes de educación media superior y superior. 

   Hubo una gran controversia acerca de que los maestros iban a descansar en sus casas sin dar clases mientras las madres y padres de familia iban a ocuparse de la educación académica de sus hijos durante el tiempo restante en cuarentena, un gran número de quejas acerca de que era totalmente injusto ya que a los maestros y maestras les seguirían pagando su sueldo sin disminución alguna mientras que estos ya habían pagado las inscripciones y algunos otros gastos que conlleva la estancia escolar en diversas escuelas.

  Como estudiante de educación y futura profesional de la misma, me he dado cuenta del gran esfuerzo que muchos de mis maestros y maestras han estado haciendo para poder actualizarse día con día, están siempre en constante mejora y esta nueva estrategia digital educativa no es la excepción, muchos de ellos han pasado su vida aprendiendo de acuerdo a sus generaciones, leyendo libros, escribiendo a lápiz y papel, haciendo sus clases en papel rota folio y cartulinas, la mayoría de ellos no hacían uso de un ordenador computacional como lo hacemos ahora, a lo mucho ellos estudiaban mecanografía. 

   Si el tener un proyector en el aula que cumplía su función mediante una computadora ya les era un reto bastante difícil, aunque de alguna manera era posible dominarla en sus funciones más básicas, ahora con esta nueva herramienta de educación en línea, se requiere de una capacitación profunda para aprender a manejar plataformas donde se llevaran a cabo no solo la impartición de clases, sino también la entrega de trabajos, proyectos y evaluaciones, a todo esto hay que sumarle la posibilidad desagradable de fallas técnicas que suelen suceder a menudo a causa de una mala conexión de internet o del ordenador mismo, ya que es común que siempre se presenten fallas en los sistemas.

 Dicho todo esto desde mi perspectiva y en conclusión, con esta contingencia no solo sufrimos el encierro, sino también con esta modalidad educativa-tecnológica-televisiva. Sufrimos alumnos, madres, padres, instituciones educativas. Solo una cosa podemos hacer como mínimo, hay que intentar tener empatía, mucha paciencia y corresponsabilidad.

Por: Kassandra Rodríguez P.  

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