Los tres estigmas de Philip K. Dick: El consumismo. Por: Arnoldo Diaz.

 
  Confieso que fue muy difícil encontrar el último gran estigma de Philip K. Dick. Después de hablar de la vigilancia y la religión, parecía que quedaban un montón de temas por profundizar en la obra de uno de los escritores más importantes de la cultura popular del siglo XXI. Pero al reflexionar sobre todo esto me propuse hablar de todo lo que falta dentro de un solo tema: el consumismo.

   Entendamos al consumismo como la consecuencia directa del industrialismo en nuestra sociedad, no solamente como la compra de objetos innecesarios, como la base en la que sustenta el sistema capitalista. Bajo dicho sistema aplicamos una lógica de consumo a todo lo que nos rodea: ecosistemas, relaciones, objetos, medicamentos, etc., por lo que tomamos una actitud de clientes perpetuos.

   Consumo, luego existo es la máxima de nuestro siglo, en el consumo buscamos la identificación, con ello la aceptación al grupo y la tan esperada felicidad. Lo mismo da la personalidad de la persona, sus intereses y necesidades, lo que importa es qué tipo de consumo lleva y que tan cercano es al mío. Los círculos de activismo son buenos ejemplos.

   Nuestro autor predilecto no fue ciego ante el aumento de esta visión en la sociedad americana de los 1950, década que se ha entendido como la aceleración del consumismo y cuando PKD publica sus primeras historias. Buscando las críticas del escritor sobre la sociedad de consumo es donde podemos ver la mayor relación entre su obra y su tiempo.

El consumo de la naturaleza

  Pareciera que Philip tenía bien en claro lo que Walter Benjamin decía en Sobre el concepto de la Historia: No hay documento de cultura que no lo sea, al tiempo, de barbarie. Esto porque en algunas de sus más grandes obras, el planeta tierra se encuentra en una situación de crisis ecológica.

   Algunas veces es explícito en la responsabilidad de la humanidad sobre este tipo de catástrofes. Por ejemplo en ¿Sueñan los androides con ovejas electrónicas? describe las consecuencias de la Guerra Mundial Terminus, la cual dejó una capa de polvo cuyo efecto fue la muerte de quienes no pudieron resistir el respirar esto y la extinción casi completa de la fauna del planeta.

   Gracias a la magia de la ciencia ficción esto no significó el cambio radical de la sociedad, sino que la humanidad se recluyó en un domo de plomo. Ya hemos hablado del papel de la religión que se genera a raíz de esto, pero otra consecuencia es la compra de animales robóticos, capaces de simular el comportamiento animal. Lo que obviamente se convierte en un ejercicio elitista de saber quien puede comprar al animal más grande, al más exótico e incluso a un animal real, el mayor símbolo de riqueza en una sociedad colapsada.

   Debemos preguntarnos ¿esto es realmente distinto a lo que hacemos con animales reales? La respuesta individual podrá variar, pero al ver un nivel más grande, podemos darnos cuenta de que los animales se han convertido en un objeto de nuestro consumo. Desde el punto de vista amable, como lo es la domesticación hasta un punto de vista mucho más crudo como lo es el consumo industrializado de la carne.

   Esta devastación no es el tema central de la obra de PKD, sin embargo en el libro ya citado nos permite visualizar la decadencia del futuro que se desenvuelve en nuestros ojos. En esto nuestro autor es sin duda pionero. Otra gran obra donde se muestra una transformación negativa de nuestro ambiente son Los tres estigmas de Palmer Eldritch.

   La novela se desarrolla dejando en claro que nadie puede abandonar los edificios sin morir casi al instante derretido por el calor del sol, el termómetro marca los 80 grados. Cuando el protagonista se debate entre el obrar con lealtad y justicia, lo primero que se cuestiona es la posibilidad de que sus adversarios simplemente lo tomen y lo dejen en la calle, cualquiera pensaría que fue un suicidio, su acto de justicia fracasará irremediablemente.

  Al mismo tiempo se muestra a los polos como una playa, un lugar donde el calor es soportable, aquí los hoteles son tan exclusivos como las casas de campo en satélites espaciales. Ante la crisis inevitable es mejor hacer algo aprovechable, así se imaginaba que lidiaran las élites ante una crisis planetaria. Curiosamente, la solución para el resto de la población la única salida es entregarse al gobierno y dirigirse a Marte, donde se busca construir una vida más o menos decente bajo condiciones inhóspitas.

   ¿Cómo sobreviven las personas en las colonias? Pues gracias al consumo, pero ya empezamos a hablar de otro tipo de consumo. Para adquirir una identidad consumimos, para continuar con nuestra vida, consumimos, no paramos de consumir llámese objetos materiales o “culturales”. Este artículo y la necesidad que intenta crear en el lector por consumir la obra de PKD no está exento de esto; pero nos dedicaremos mejor a hablar de las drogas.

El consumo de ti mismo

  Admito que no soy la mejor persona para hablar de esto, ya que tengo una personalidad tendiente a la adicción. Pero creo que tengo cierta experiencia en esto, por lo que me permito a escribir algunas líneas a manera un tanto más personal de lo que acostumbro en mis artículos.

  Primero lo primero, hay de drogas a drogas, podemos hablar del café, la coca cola, la marihuana, la cocaína, el clonazepam, el tabaco, la heroína, y un larguísimo etcétera, un sin fin de sustancias que pueden generar adicción o a las que te puedes hacer adicto, existe una diferencia grande.

  En el universo de Palmer Eldritch existen dos drogas, las Can-Di y la Chew-zi, las cuales son drogas de traslación, es decir, que te trasladan a otro mundo, cada una de ellas te lleva a un lugar distinto. La competencia de mercado entre estas dos drogas es el conflicto central del libro. Sus efectos dependen de la imaginación de la persona que lo consume. Creo yo que la referencia a las drogas alucinógenas, tan populares durante la Guerra Fría.

  Aunque los efectos entre estas drogas varían, comparten la necesidad de huir de la realidad impuesta. Por supuesto quienes las consumen más desesperadamente son las personas que viven en las colonias, quienes incluso desarrollan religiones en torno a las drogas como mencionamos en el artículo pasado. Cabe resaltar que para poder disfrutar del Can-di había que tener una serie de accesorios que te permitía tener una aventura al estilo Barbie.

   Las drogas son el único escape a esta realidad, pero así como el Chew-zi te pueden atrapar en algún lugar más allá del tiempo y del espacio. Esta es la realidad que veía Philip con los jóvenes que visitaban su casa en busca de un refugio ante la guerra, la familia y el desempleo. Hoy nuestra realidad no dista mucho, en realidad se parece cada vez más a la del libro que acabamos de analizar, ya que aunque no estemos a 80 grados, no tenemos opción más que quedarnos encerrados en nuestras casa escapando de la realidad.

Un escape un poco menos satisfactorio es el consumismo puro, el obtener una cosa. No importa qué cosa sea, el conseguirla se vuelve el objetivo principal para la vida del individuo. Con ello se logra la justificación del trabajo, trabajar para consumir, consumir para vivir, vivir para seguir consumiendo. Tal es la realidad de la clase trabajadora del siglo XXI.

  Esto está presente en toda la obra de PKD. Pero creo incluso que podríamos pedir prestado uno de sus términos para describir este proceso: Ubik. ¿Qué es un Ubik? ¿Una cerveza? ¿Un bálsamo hepático? ¿Un artículo de limpieza? ¿Dentrífico? Pues es todo y al mismo tiempo nada. Es ese artículo que está presente en tu cabeza y que no saldrá nunca, sino que será adquirido y suplantado por otro, en un ciclo infinito de trabajo-consumo, un ubik.

  Yo soy Ubik. Antes de que el universo existiera, yo existía. Yo hice los soles y los mundos. Yo creé las vidas y los espacios en los que habitan. Yo las cambio de lugar a mi antojo. Van a donde yo dispongo y van a donde yo les ordeno. Yo soy el verbo, y mi nombre no puede ser pronunciado. Es el nombre que nadie conoce. Me llaman Ubik, pero Ubik no es mi nombre. Soy. Seré siempre. (Dick, 2012: 221)

  Ubik es la autoridad de la mercancía, pero es también el ciclo bajo el que nos atrapa. Ubik es la idea de que todo cambia para que nada cambie, las imágenes cambian, las representaciones se transforman, pero la realidad material no cambia. Las élites siguen siéndolo, las amenazas a la vida cambian de nombre pero no de objetivo. Este ciclo en el que estamos atrapados lo podemos llamar Ubik y es una característica de la civilización.

  Ubik es el dominio de la lógica de mercado sobre la humanidad. Ubik es el objeto de dominación por el cual caemos, el cual necesitamos. Ubik es atemporal, sólo se transforma pero siempre está ahí o lo que siempre quisieron que pensaramos que estaba ahí. Ubik es la civilización patriarcal y urbana en la que vive el mundo desde hace 5000 años. Una civilización tan grande que ha visto caer imperios, sistemas, esperanzas y que ha sufrido también derrotas pero que prevalece. Esto, por supuesto, lo aprendí de Abdullah Öcalan.

   No nos queda más que pensar en las maneras de abandonar nuestro ubik y romper la barrera que nos separan la alienación y de la vida. Nuestro autor no llega a tales propuestas. Pero al menos nos ofrece una gran gama de referencias que nos deberían obligar a percibir los problemas de la realidad que nos rodea. Creo yo, es ese el objetivo final de una buena obra de sci fi.

La ficcionalización de la ciencia social

   Creo que la ciencia ficción es más que eso, es más que una ficción. Lo que llamamos sci fi es la crítica de los efectos futuros de nuestras acciones. Si Asimov escribió que una familia tendría que huir de la Tierra para llegar a Marte ante la inminente destrucción de la primera, fue porque vio que esto podía ser una realidad en el propio momento que vivía. Lo mismo con todo lo que ya hemos hablado sobre Philip K. Dick y su visiones apocalípticas. Lo curioso es que ese sentimiento no desaparece, solo cambia de causa. Lo que llamamos: un ubik.

   El hecho de que una buena parte de nuestra cultura de consumo esté impregnada de la influencia de PKD nos debe dar una idea de lo atinadas que eran sus críticas. Pero no hay que verlo como el visionario que predijo el futuro, sino como el hombre que supo comprender hacia donde iba su época, que comprendía los riesgos del autoritarismo, así como las consecuencias sociales y ambientales de las mismas.

  Las ciencias sociales podrían aprender mucho de esto. Me refiero a que al observar los puentes entre el pasado y el presente podemos pensar el futuro. Desde un punto de vista individual, es decir, el pensar las decisiones que tomas día a día; hasta un punto de vista de transformación colectiva, que si me preguntan es necesariamente revolucionaria, pero ese es ya otro tema.

Si la ciencia ficción nos proporciona representaciones del futuro basadas en nuestro presente. Entonces el papel de las ciencias sociales es el ejercicio de autoconocimiento del nuestro presente en pos ya no de mejorar las cosas, sino de evitar las catástrofes del porvenir. Y no creo que esta sea una propuesta nueva. Las teorías radicales de las ciencias sociales se han desarrollado en este sentido.

Vemos entonces que la relación más profunda entre ambas “ciencias” es la idea de que en la sociedad todo cambia. Creo que Philp K. Dick comenzó a pensar sus obras como otras posibles realidades, su teoría de un multiverso, nutrida de sueños, alucinaciones, el I Ching y quien sabe que otras fuentes se desarrolló de una manera que le llevó a convertirse en el loco. No soy quien para negar su locura, solo creo que vale la pena observar que entre las diversas realidades que nos presenta el sci fi y nuestra realidad suelen manejar la idea de que todo cambia pero no cambia nada. Eso hace de Philip todo lo contrario a un loco.

No me queda más que invitar a las lectura. A lo largo de estos textos he dejado un montón de links que permiten el acceso a la obra de Philip K. Dick, ahora le toca al lector dar sus interpretaciones del presente y tomar la decisión de actuar, de cómo actuar. En ese momento recordemos la frase de nuestro autor: "A veces, la locura, es una respuesta sensata ante la realidad".

Obra citada: Dick, P. K. (2012) Ubik [Barcelona: Editorial Planeta]

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