Hace un mes que la UANL tuvo que tomar medidas respecto al emergente virus COVID-19 en México. Una de ellas fue la de suspender las actividades académicas y administrativas con la intención de buscar una mejor preparación para la realización de clases virtuales, la cual, se presentó como la solución más indicada para concluir el semestre a pesar de la pandemia.
Hubo una gran cantidad de reacciones distintas respecto a esta decisión, por un lado, se comentaba que con las clases en línea no se aprendería nada y por otro, estaban quienes no contaban con los recursos necesarios para una educación a distancia.
Sin embargo, para estos últimos, la universidad planteaba la oportunidad de recursar el semestre o integrarse a un curso intensivo en julio a través del cual se buscaría que el alumno concluyera de manera regular. En mi caso, pertenezco al sector de los afortunados, ya que cuento con todos los recursos para tomar clases virtuales, aunque la idea de estar frente al computador tomando notas no me agrada mucho. Pero creo que, ante la situación, es la mejor opción que tenemos y es necesario adaptarse.
Me parece interesante el lugar en que me encuentro, ya que al iniciar mis estudios en la licenciatura en Educación se me ha cuestionado si creo que en un futuro sea posible que las clases sean completamente virtuales. Aunque todo parece indicar que así será, mantengo la postura de que siempre será necesario que exista un contacto humano entre docentes y alumnos, y la actual situación es un claro ejemplo de esto.
A pesar de que se cuenta con maestros preparados que logran dar sus clases de manera correcta, se puede observar como los alumnos, en su mayoría, extrañan el ambiente real del trato de persona a persona. Dejando a un lado las dificultades que se puedan presentar al tener clases a distancia, hay que tomar en cuenta que el ser humano es un ser social por naturaleza, por lo tanto, se puede notar la gran necesidad hacia el contacto humano para lograr aprender.
Estas afirmaciones parten de la observación y reflexión que he realizado durante estos días de clases virtuales, y aunque no cuento con un estudio que lo sustente, personalmente creo que una educación en línea jamás logrará sustituir a las clases presenciales.
Al menos, en mi caso, disfruto aprender más cuando los maestros se encuentran frente a mí exponiendo sus clases o con los demás compañeros compartiendo experiencias y conocimientos, es decir, aprendiendo juntos. En fin, la pandemia actual nos entrega muchas formas de enseñanza, sólo es cuestión de aprender a identificarlas.
Por: Filiberto Palomo.
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