Cronos literario: el ingenioso peregrino Miguel de Cervantes. Por Aarón Coré.

En un lugar de la España cuyo nombre quiero acordarme, en Alcalá de Henares nació un Miguel de Cervantes de Saavedra el 29 de septiembre de 1547. El lugar de nacimiento fue declarado legítimo porque ahí recibió el bautizo y el mismo Cervantes lo confirmó décadas más tarde en Información de Argel (1580). Su fecha de nacimiento coincidió con la costumbre practicada en el Siglo de Oro de que al nacer el niño, se le asignaba el nombre del santo de ese día y, sucedió que el santo arcángel Miguel era el que le correspondía.

 Perteneció a una estirpe que adoptó distintos oficios. El bisabuelo era don Juan y fue trapero, el abuelo de nombre Juan Cervantes, era abogado y su esposa Leonor de Torreblanca. El padre se llamaba Rodrigo de Cervantes, de quien se dice que fue sordo y cirujano sin haber obtenido ningún reconocimiento oficial para practicar su oficio. Al cirujano sólo lo respaldaba la experiencia y reputación ganada a lo largo de los años. Su esposa se llamó Leonor de Cortinas, quien renunció a los bienes y derechos familiares a cambio de ir tras el amor de su Rodrigo.

 El matrimonio tuvo siete hijos, Andrés (1543), Andrea (1544), Luisa (1546), Miguel (1547), Rodrigo (1550), Juan (1555) y Magdalena (1554). El cuarto hijo de los Cervantes conoció desde temprana edad el significado de ser un peregrino. De sus padres heredó ese ejemplo y la condición estuvo latente en sus andares de adulto. El niño caminó por primera vez en tierras extrañas, cuando su padre estuvo preso durante varios meses y como consecuencia, los bienes de la familia fueron embargados y no les quedó otra opción que moverse a Valladolid en 1551.

 Al cabo de cinco años, Rodrigo se movió junto a su familia a la ciudad de Córdoba para huir de quienes le estaban exigiendo el pago de una obligación de carácter jurídico y, además, Rodrigo iba tras la herencia de Juan Cervantes. El niño había nacido en un tiempo de prosperidad para la historia de España, tanto en lo político, como en el arte y muy específicamente, el de las letras.

 Lope de Rueda, quien ha sido considerado como el precursor del Siglo de Oro, presentaba al público sus piezas cómicas de corta duración al estilo de la comedia italiana. Miguel con ojos de niño y de adolescente, se enamoró de ellas y se fue empapando de conocimiento, inspiración y de amor por el teatro.

 A partir de entonces, guardó momentos que alimentaron su pasión por el retorno décadas más tarde. Regresaría infinidad de veces a sus vivencias de amor por el teatro a través de la tinta y papel. “Me acordaba de haber visto representar al gran Lope de Rueda, varón insigne en la representación y el entendimiento (…) Y, aunque por ser muchacho yo entonces, no podía hacer juicio firme de la bondad de sus versos, por algunos que me quedaron en la memoria, vistos agora en la edad madura que tengo, hallo ser verdad lo que he dicho”.

  Alrededor de los 19 años, el peregrino fue dando forma a su propio camino al entrar al Estudio de la Villa, un lugar donde se impartía cátedra de gramática y se destacaba una concepción pedagógicamente humanista. Y como afirmaba Werner Jaeger, si se habla y practica el humanismo en los estudios, está implícita “la educación del hombre de acuerdo con la verdadera forma humana, con su auténtico ser”.

  En ese lugar, el joven coincidió con el humanista Juan López de Hoyos y al poco tiempo, el maestro al ir guiando al alumno en su proceso de construcción, constató cómo corría la poesía por las venas de Miguel. El catedrático publicó en 1569 su libro Historia y relación verdadera de la enfermedad, felicísimo tránsito y suntuosas exequias de la Serenísima Reina de España Doña Isabel de Valois, nuestra señora. En el cual, incluyó dos poesías de su alumno y además, lo nombró “caro y amado discípulo” ¿Cómo tratar de expresar la profundidad de esas palabras obsequiadas generosamente al alumno? El maestro se adelantaba al reconocimiento de su discípulo, dejando en evidencia la envidia oculta de quienes años más tarde, se dedicarían a vilipendiar la persona y trabajo de Miguel de Cervantes. Esas críticas desmedidas contribuyeron a que se tardara en descubrir y reconocer al verdadero genio.

  Existe un Cervantes documentado y declarado preso por haber herido en un duelo a un hombre y, este hecho, suele estar vinculado al motivo por el cual viaja a Roma en 1569. Pero ¿es importante descubrir el motivo de su viaje a Roma? ¿Para qué? Basta con mencionar que en ese lugar leyó libros inspiradores para su obra futura. El peregrino andante viajó por las ciudades itálicas y digirió el esplendor del arte revelado ante sus ojos.

 Durante ese peregrinar, decidió enlistarse como soldado en 1571. Dejó su huella en la historia al luchar en la famosa Batalla de Lepanto el 7 de octubre del mismo año. Su valentía y disciplina de soldado quedó registrada en los documentos históricos donde mencionan su participación en la batalla marítima a pesar de estar con profunda fiebre.

 El pecho y el brazo izquierdo de Miguel fueron heridos. Los turcos le dispararon con un arcabuz provocando la inutilidad de su mano izquierda para siempre. Sus contemporáneos haciendo mofa de su estado lo apodaron “el Manco de Lepanto”. ¿Qué sentía el hombre que se había convertido en un soldado de las armas y letras? En sus memorias lo podemos percibir:  “La más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros. Si mis heridas no resplandecen en los ojos de quien las mira, son estimadas a lo menos en la estimación de los que saben dónde se cobraron”.

 Pasaron sólo unos meses y el peregrino, por medio de expediciones navales siguió recorriendo los mares y las ciudades de Italia para detenerse por un breve tiempo en Nápoles y para finalmente retornar a su lugar de origen a bordo de una galera junto a su hermano Rodrigo. Los turcos aparecieron de nuevo en su vida el 26 de septiembre de 1575 y esta vez portaban un arma diferente a la de un arcabuz.

 Los turcos capturaron la nave en que iba Cervantes y lo tomaron por alguien muy importante al encontrar cartas de recomendación de parte de Juan de Austria y para la interpretación de los turcos, habían atrapado a un hombre con demasiada influencia, por quien seguramente pagarían cualquier precio. Su libertad valía 500 escudos de oro, mucho más del precio que pidieron por su hermano. “Con esto entretenía la vida, encerrado en una prisión o casa que los turcos llamaban baño, donde encierran los cautivos cristianos, casi los que son del rey como algunos particulares (…) En estos baños, como tengo dicho, suelen llevar a sus cautivos algunos particulares del pueblo, principalmente cuando son de rescate, porque allí tienen holgados y seguros hasta que venga su rescate”.

 Miguel y Rodrigo fueron llevados cautivos a Argel y a pesar de tener un trato distinto al de los otros esclavos, seguían siendo unos cautivos encadenados y el tiempo en ese lugar no era compatible con el anhelo de andares. Fraguó un primer intento de escape que resultó fallido y fue obligado junto con sus acompañantes a regresar para recibir el castigo por otro intento de fuga.

 Leonor Cortinas vendió todo lo que tenía, y junto a sus hijas Andrea y Magdalena, se empeñaron por todas las formas que existían en conseguir el dinero del rescate. Y ese empeño, les ganó el despectivo apodo Las Cervantas, además, la gente aseguraba que en la casa de ellas, entraban y salían hombres a deshoras.

 Fueron ellas las que en 1577 con el total de escudos reunidos creyeron por fin haber logrado rescatar a Miguel y Rodrigo. Pero, el precio de la libertad era una cantidad difícil de conseguir y Cervantes lo comprendió. Decidió que su hermano Rodrigo quedara libre y para reunirse él con su madre y hermanas, debía continuar con los planes e intentos de fuga. De nuevo se le unieron cautivos para encontrarse con una galera de rescate, pero fueron descubiertos debido a un traidor.

 Cervantes regresó a su celda más vigilado y mientras más se empeñaban en tenerlo cautivo, él en su interior creaba mil estrategias para la siguiente huida. Así como vigilaba el rey Claudio todos los movimientos de Hamlet, los captores espiaban día y noche a su cautivo, porque tenían claro lo siguiente: la locura en los grandes vigilada ha de ser. Meses más tarde el mensajero encargado de pedir ayuda, corrió con la mala suerte de ser sorprendido y el plan se vino abajo.

 ¿Se rendiría el Peregrino? Fraguó otro intento y estaba a punto de conseguirlo, pero alguien dio información a cambio de un escudo y un vil jarro de manteca. Otra vez se hacía presente la traición humana hacia él y a los acompañantes. Pero, después de casi cinco años de ser un cautivo, La Cervantas consiguieron reunir los escudos de oro gracias al apoyo de sus benefactores. El 5 de mayo de 1580, los padres trinitarios llegaron a Argel para pagar el rescate del hijo de Leonor Cortinas. “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres”.

 Después de regresar a Madrid con su familia fuertemente endeudada, el peregrino andante marcha a Portugal con la idea de ayudar a acabar con la deuda. Fue empleado gracias a los conocimientos culturales que poseía y anda de nuevo recorriendo la tierra hasta llegar a Lisboa, para después regresar a Madrid. En el año 1585, publicó la primera parte de La Galatea en su ciudad de origen. En esta obra utiliza a la poesía como lenguaje, “no he querido perder la ocasión de seguir esta guía, pues sé que en ella y por ella todos hallan seguro puerto y favorable acogimiento”. Lamentablemente en ese campo de las letras, Luis de Góngora recibía todos los laureles de la victoria.

 El alcalaíno, se relacionó a lo largo del año con dos mujeres, primero tuvo amoríos en 1584 con Ana Villafranca Rojas, la mujer de un tabernero. Y producto de esa relación, nació Isabel de Saavedra. Cervantes reconoció legalmente a su hija años después, cuando la joven quedó huérfana y Magdalena, la hermana del escritor, se encargó de unirlos. A finales del mismo año, conoció a Catalina de Salazar y Palacios con quien se casó. Ese matrimonio duró muy poco por ser el esposo de sangre andariega. Catalina de Salazar y Palacios esperaría en casa el retorno de su esposo al lugar de origen después de viajar durante largo tiempo por mar y tierra.

 El Peregrino, se convirtió en Comisario de provisiones de la Armada invencible, y ese fue su oficio perfecto a partir de 1587, porque su deber era recorrer los pueblos de España. Sin embargo, el trabajo implicaba hacerse de enemigos al recoger productos sin importar la clase social o política. El alcalaíno de fe católica fue excomulgado por cobrar lo que la ley marcaba a los miembros respetables de la iglesia. Pero el nivel laboral aumentó y para 1594, ya era recaudador de impuestos atrasados. Oficio nada fácil ante la violencia y odio de quienes debían impuestos.

 En 1597 ingresa a la cárcel de una manera que sigue considerándose injusta para muchos. Él debía pagar la condena por el dinero que un compañero se robó y el recaudador de impuestos atrasados era Miguel de Cervantes, quien estaba al frente como responsable. “Qué podía engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío, sino la historia de un hijo seco, avellanado, antojadizo y lleno de pensamientos varios y nunca imaginados de otro alguno, bien como se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste hace su habitación”. Y en la cárcel, nacería su hijo amado, el Quijote.

 Antes de la publicación del Quijote, Cervantes trabajó mucho para entrar al mundo del teatro y como escritor era un innovador y así lo iba dejando claro en la comedia Los baños de Argel (1582), la tragedia El cerco de Numancia (1585), las comedias de cautivos El trato de Argel (1582) y La gran sultana (1600), o la comedia El rufián dichoso (1605).

 Lamentablemente, la fortuna, el público y todo el mundo estaba del lado de Lope de Vega. Así fue como Cervantes vio ante sus ojos esfumarse el éxito del género de la poesía y del drama. Sin embargo, estaba escrita para él otro tipo de victoria. “Algunos años ha que volví yo a mi antigua ociosidad, y pensando que aún duraban los siglos donde corrían mis alabanzas, volví a componer algunas comedias, pero no hallé pájaros en los nidos de antaño; quiero decir que no hallé autor que me las pidiese, puesto que sabían que las tenía; y así. Las arrinconé en un cofre y las consagré y condené al perpetuo silencio”.

 En 1605, a la edad de 58 años, Miguel de Cervantes publicó El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. En realidad, se trató de la primera parte y pertenecía al género de novela. Y alrededor de cinco años después, aparece una segunda parte de propiedades apócrifas. Para 1615, se publica la segunda parte del Quijote. A pesar de la importancia del libro, no fue comprendido en su tiempo y el escarnio de sus contemporáneos minimizaban la importancia de su libro, es decir, el de su caro y amado hijo.

 El 22 de abril de 1616, el ingenioso peregrino andante, se detuvo. Se recostó en su lecho para esperar a la muerte. Había llegado al último capítulo de su existencia debido a la cirrosis y diabetes. Lo puedo ver en su lecho de muerte y revivo a la vez esa lectura que sigue conmoviendo lo más profundo de mi ser. Sancho Panza aparece para despedir a quien le dio vida y repite las mismas palabras que le dijo a su amigo el Quijote:

 “No se muera vuestra merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años, porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más, sin que nadie le mate ni otras manos le acaben que las de la melancolía. Mire no sea perezoso, sino levántese desa cama, y vámonos al campo vestidos de pastores, como tenemos concertado: tras de alguna mata hallaremos a la señora doña Dulcinea desencantada, que no haya más que ver. Si es que se muere de pesar de verse vencido. Écheme a mí la culpa, diciendo que por no haber yo chinchado mal a Rocinante le derribaron; cuanto más que vuestra merced habrá visto en sus libros de caballerías ser cosa ordinaria derribarse unos caballeros a otros y el que es vencido hoy ser vencedor mañana”.

Referencias:
Cervantes, S. M. (2004) Prólogo. Capítulo LVIII Donde se prosigue la historia del cautivo, Capítulo XL Don Quijote de la Mancha, N.L.:Milenio diario de Monterrey.
Cervantes, S. M. (1968) Dedicatoria al illustrissimo señor Ascanio Colona, Abbad de sancta Sofia. La Galatea. Madrid: España-Calpe, 2 edición.
Shakespeare, W. (2006) Escena I, Acto III. Hamlet. Obras completas I y II. México: Editorial Losada.
Cervantes, S. M. (1966). Prólogo, Ocho comedias y entremeses. Miguel de Cervantes. Teatro completo. Barcelona: Iberia.
Belmonte, I. (1983) Cervantes. Ítaca: Editorial Debate.
Teatro (2008, noviembre, 8). Buscando a Cervantes-Los misterios de Cervantes. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=lZxBsB2LMrk.
DonQuijotefilm (2016, junio, 12). Las mujeres de Cervantes. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=gM2HTZu3SN4

   
Aarón Coré.*
      Nació en Monterrey, Nuevo León, México en el año de 1982.  Egresó el 2015 de la Escuela de Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León, México. (UANL). Actualmente, cursa el séptimo semestre de la Licenciatura de Educación en la misma universidad.

   El 23 de marzo de 2020, creó la Revista Sector Nostalgia. Pasión por el retorno... A través de este proyecto, se retorna a un tema cultural, personaje o trayectoria de un artista específico y se vincula con nuestro presente por medio de la escritura, podcast, entrevistas y breves documentales.

   Fundó  Mezquiteatro, el 6 de febrero de 2019, una compañía teatral independiente en la que realiza talleres, escritura, teatro y encuentro con las comunidades.  

*Actualizado el 24 de enero de 2022. Monterrey, Nuevo León, México.

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