IIIMNDMT: Los especialistas

 


No, no estudié en ninguna escuela de arte de la ciudad de donde soy originaria. No, no fui alumna, compañera, docente, hermana, amiga, novia o amante o alguien relacionado con el medio. 

No, pero desde que era pequeña tuve la oportunidad de estar cerca de esa magia que envuelven los escenarios. Desde los ocho años estuve en programas de juegos escénicos infantiles con maestros especialistas; especialista es una palabra de dos frentes: crees en el teatro, haces teatro. Ahora, ¿quiénes somos especialistas?, ¿los que creemos que el teatro es un modo romántico de llevar a escena una pieza dramática con un texto de otro especialista que se llama dramaturgo y listo? Lejos de creer que se puede hacer teatro de modo romántico hay detrás toda una industria, toda una empresa. 

Comencé mis estudios en derecho en la Universidad debido a la negativa de mi padre de cursar estudios en arte, tales como teatro o literatura. Después realicé la maestría en derecho fiscal. Nadie sabe para quién trabaja y si mi padre viviera, le recordaría aquélla ves que le mencioné: “sí, estudiar y especializarte en las artes, es algo de verdad”. 

La producción, no, no es nada romántico desde un punto de vista empresarial o de negocios. Sí lo es (me contradigo) cuando forjo proyectos artísticos, vinculo equipos y hago sostenible un producto. 

 “¿Producto?” me han mencionado algunos creadores con ideas de antaño; si, producto, porque una obra de teatro lo es, es el esfuerzo, concentración y energía de creadores que en conjunto con la administración del recurso, se pagan honorarios de: actores, actrices, diseñadores de escenografía, vestuario, multimedia. Así que, ¿el teatro en estos tiempos debería romantizarse? Mi respuesta es no, así como tampoco el propio amor, el teatro es inteligencia, estrategia, capacidad. 

En este Día Mundial del Teatro, desde los griegos hasta nuestros hacedores contemporáneos en todo el mundo, hasta el agua que bebemos, la oficina que pagamos renta, la gasolina o el dinero para los medios de transporte que utilizamos en nuestro diario andar, nos recuerda que el teatro es organización, previsión y sostenibilidad. 

Las empresas (y aquí haré un paréntesis un poco extenso dado que pareciera que es un punto intocable en el imaginario de los creadores) son un punto clave de desconocimiento, y lo comento tristemente, del quehacer en el arte. 

La ley de hacienda del estado en el cuál vivo, permite acreditar el pago del impuesto al creativo para una producción magna de una obra de teatro; cabe señalar, que esto en un 80% es desconocido por las “inteligencias” fiscales, legales, contables y financieras; la pregunta es ¿por qué se da este fenómeno? El vínculo entre creadores y las empresas interesadas en participar en los discursos sociales para combatir esta, me atrevo a decir, ignorancia es por la falta de especialistas al respecto. 

No decaeré, no ahora que me encuentro en la posibilidad y en la deuda conmigo misma, mis hijas que también se encuentran involucradas en proyectos escénicos y con los creativos que confían y consideran que esto es una manera de avanzar. El escenario merece respeto, no conmiseración. El escenario merece seguridad, protección; abrazarlo y comprenderlo; ¿cómo podemos corresponderle?, ¿creando por crear? o convertirnos en especialistas, en profesionales y dejar de romantizarlo.



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