(NOTA. Hace dos años (diciembre 2 de 2018) publiqué el siguiente texto. Lo comparto a los lectores. Hace falta escribir sobre lo que sucede ahora con la Pandemia, las nuevas contradicciones, y lo que viene, según el confuso panorama internacional, nacional y local).
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Imagen: FB Xavier Araiza. |
En los años 30 del siglo XX André Bretón dijo que México era
un país surrealista. No andaba muy despistado el poeta. Lo que sucede
cotidianamente lo confirma. Varios ejemplos: Los muertos sin nombre paseándose
en trailers por varios pueblos de Jalisco; no hace mucho entre nosotros el
hombre más Rico Mc Pato del mundo (Carlos Slim) nadando en un mar de pobreza;
obvios y escandalosos fraudes electorales disfrazados de democracia; el
travestismo ideológico, la santidad de Marcial Maciel, etcétera).
Jean Genet estaría feliz, pensando en escribir otra pieza
teatral, si hubiera seguido, de preferencia en vivo, las dos ceremonias que
ayer vivimos en México: en la Cámara de Diputados (acto republicano de
investidura presidencial e inicio de gobierno sexenal) y en el Zócalo con la
entrega del Bastón de Mando que otorgaron al Peje los pueblos indígenas y
afromexicanos. El México mediático y el México profundo. Muy diferentes las dos
ceremonias (una profana, otra sagrada), cargadas de simbolismos y anunciadoras
de futuro impredecible donde nadie nadara de muertito (menos AMLO) porque desde
endenantes (así decía mi bisabuela indígena), la ultraderecha enseña los
dientes golpistas.
En este nuevo contexto histórico los liberales demócratas
seguirán siéndolo, o se volverán de plano conservadores cargando las maletas de
los neoliberales, o girarán hacia la izquierda variopinta; las izquierdas ultras
dejarán de exigirle a AMLO (un político liberal-nacionalista-socialdemócrata,
keynesiano) que se convierta en Lenin, Che Guevara o Salvador Allende; las
izquierdas modernas (no modernólatras) por fin lo serán en su discurso y sus
actos. O sonarán hueco.
El centro, que en política es una metáfora, empezó a
borrarse del imaginario desde hace tiempo. El sábado 1 de diciembre de 2018,
desapareció. Eso sí, viene una andanada de hipocresía, de conversos de última
hora, pero ya nadie puede ignorar las palabras y las cosas, menos el presidente
de la República que ya está en la mira de todos los mexicanos y de los extranjeros.
Así, entramos a una de esas fases históricas donde, de
seguir las cosas igual serán más nítidas la farsa y la tragedia que dan paso a
la tragicomedia. Tiempo histórico donde lo real se impone contra las mentiras
obvias. Lo auténtico sale a flote. Incluso los traumas se manifiestan en la
turbulencia social y en las pequeñas y grandes locuras individuales.
El terreno histórico de lo que sucede en estos tiempos, es
un reto para las conductas y las inercias de los escritores, artistas,
intelectuales. Sonarán falsos los predicadores del mercado neoliberal; los
navegantes de la burocracia ya no serán "apoliticos". El tema da para
tratarlo detenidamente.
Por cierto, Regiolandia dará mucho que hablar en este
sexenio, tan volcada ella a la derecha y a la farsa elefantastica, como la
elección del alcalde de Monterrey, después de tanta comedia de equivocaciones,
el 23 de diciembre próximo. Cosas nuevas veremos. Unas tristes. Otras
divertidas.
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