"Alere Flammam Veritatis". Escrito por Antonio Craviotto, Director Artístico de la Compañía de Teatro Experimental UANL.

 ¿Cómo se puede pretender enseñar de manera comprometida principios y valores denostando el desarrollo del arte en los hechos, limitando y condicionando el apoyo?
Antonio Craviotto. 

Antonio Craviotto.
Foto: cortesía de la Compañía de Teatro Experimental de la UANL.


 Hoy no solo es necesario, también urgente acotar lo siguiente: tras 18 años de experiencia profesional como integrante de la Compañía de Teatro Experimental de la UANL he tenido la oportunidad de compartir y ser parte de proyectos que por su calidad han merecido invitaciones a festivales nacionales e internacionales. Todos estos años representan un enorme esfuerzo por parte de jóvenes, actrices y actores, creadores con trayectoria y compañeros que se han unido a los distintos proyectos de esta Compañía. Concretar cada uno ha sido posible gracias a la dedicación, paciencia y espíritu vocacional, de quienes la integramos desde sus inicios de la mano del Mtro. Sergio García con apoyo de la Secretaría de Extensión y Cultura de esta máxima casa de estudios. Sin embargo, estas breves palabras no tratan sobre los logros y proyectos memorables de la Compañía. 

  Estas líneas son necesarias porque la escasez de recursos económicos, la falta de coordinación financiera y de interés real por esta Compañía al interior de nuestra institución representa hoy un problema grave y una seria amenaza para uno de los proyectos que más resultados y más satisfacciones ha dado a nuestra universidad a lo largo de estos 18 años. Me explico: no hay una partida presupuestal para esta compañía, no hay recursos financieros específicos para operarla, y al parecer no hay interés real por defenderla. Los creadores que hemos sido parte de ella, hemos tenido que operar y levantar proyectos con recursos y presupuestos que llegan tarde y que al no poder contar con ellos a tiempo, nos obliga a modificar las proyecciones y realizaciones escenográficas y espaciales, así como los participantes y las colaboraciones, y en el mejor de los casos, a recorrer fechas de estreno. No debería sorprenderme, la escases de recursos financieros es un suceso desafortunado que sucede en todo el país -me dirán algunos- pero cierto es, que no sucede en todas las Universidades.

 Bajo esta breve reflexión puedo poner en duda la tarea encomendada en la Misión 2030 de nuestra universidad: “Formar bachilleres, técnicos y profesionales competentes, competitivos e innovadores, socialmente responsables, con plena conciencia del entorno regional, nacional y mundial, con principios y valores, comprometidos con el desarrollo sustentable, científico, tecnológico y cultural. Generar contribuciones oportunas, relevantes y trascendentes al avance de la ciencia, la tecnología, la innovación y las humanidades, y a la mejora del nivel de desarrollo humano de la sociedad nuevoleonesa y del país”. 

  Pensémoslo un poco: ¿Cómo se pretende crear “competencia e innovación, bajo perspectivas sociales responsables” a través de -en este caso en específico- el arte y la cultura, entregando a cada proyecto recursos mínimos para su planeación, desarrollo y ejecución con partidas presupuestarias mediocres, que además llegan tarde y obstaculizan el óptimo desarrollo de nuestros artistas? Más allá de generar contribuciones oportunas, lo que se crean son contribuciones urgentes, entorpeciendo así el avance de la cultura que bien podría desarrollarse al interior de la universidad en aras de una sólida exposición artística que sume al crecimiento y desarrollo articulado del arte con el resto de proyectos universitarios. De tal modo, pareciera que nuestra Misión 2030 es una enorme incongruencia. No se están creando las oportunidades ideales para que exista competencia e innovación cuando de arte se trata, no hay responsabilidad social. Con este accionar y este desinterés, lo que hay es una enorme simulación. ¿Cómo se puede pretender enseñar de manera comprometida principios y valores denostando el desarrollo del arte en los hechos, limitando y condicionando el apoyo? 

  Si bien, los Secretarios de Cultura en turno han hecho lo posible por apoyar la Compañía, y brindarle recursos para su operatividad y permanencia, cierto es que ellos en su momento, se han visto increíblemente limitados o maniatados financieramente cuando se trata de recursos para este tipo de proyectos y han enfrentado todos estos años la mediocridad y el sinsentido de hombres y mujeres que dentro de los departamentos de finanzas, toman decisiones estúpidas porque no alcanzan a comprender todas y cada una de las etapas que implica la producción teatral, a pesar de haberlo explicado ya en un sinfín de ocasiones. Con este accionar, en lugar de acompañar y proteger el proyecto -financieramente hablando-, lo dejan a la deriva, evidenciando con ello, no solo su poco sentido común, también la falta de inteligencia interpersonal, lingüística y lógico-matemática y lo que implica el concepto de organicidad. En pocas palabras, tienen en sus manos el martillo de oro; para ser más claro: “a todo le ven cara de clavo”, utilizando una única estrategia (en cuanto a recursos se refiere) para tratar de resolverlo todo. 

  Así que solo puedo pensar en dos escenarios posibles: que de esta escasez de recursos económicos, esta falta de coordinación financiera y de interés real por la Compañía de Teatro Experimental de la UANL y sus proyectos está  enterado el Rector, y deja que suceda con enorme impunidad, demostrando una desmedida falta de respeto por todos los que con honestidad, pasión y disciplina hemos defendido a lo largo de 18 años este proyecto a nivel profesional, representando a la universidad en los mejores escenarios nacionales; o por otro lado, tiene total desconocimiento del tema, y por lo tanto no ha tomado cartas en el asunto, porque entiendo que el arte que se sucede al interior de la Universidad y los escenarios culturales que de este se generan, independientemente de la disciplina artística, se tendrían que  defender desde el escritorio de la rectoría.

 Alere Flammam Veritatis, reza el escudo de la universidad. Escribo estas palabras solicitando acciones concretas que permitan que la Compañía de Teatro Experimental de la UANL continué desarrollando proyectos de vanguardia que contribuyan a la reflexión y a la formación integral de esta y las próximas generaciones de bachilleres, técnicos, profesionales y la comunidad neoleonesa en general. 

  Antes de concluir, me pernito señalar la enorme admiración y el inmenso respeto que siento por la Universidad Autónoma de Nuevo León y por lo que simboliza, no solo en nuestro estado sino a nivel nacional. Este respeto se ha gestado en las aulas y pasillos de la Facultad de Medicina, de la Facultad de Filosofía y Letras, en la Facultad de Artes Escénicas, y en la Escuela de Teatro donde he tenido la oportunidad de ejercer como maestro todos estos años. Es precisamente ese respeto el que acompaña estas palabras y el que me obliga a visibilizar esta situación, ya que no puedo desde mi posición, permitir que el apoyo al arte, el verdadero apoyo al arte y la cultura dentro de nuestra máxima casa de estudios, continúe en el desamparo bajo pretextos burdos y ecuaciones sin sentido que culminan con la frase: “no han llegado los recursos”, “no alcanza el presupuesto”, “levanten el proyecto y lo pagamos después” cuando sí hay recursos que se aplican en tiempo y forma para otros proyectos y otras áreas. ¿Dónde dentro de nuestra máxima casa de estudios queda el arte teatral entonces?

Antonio Craviotto
Director Artístico de la Compañía de Teatro Experimental
Universidad Autónoma de Nuevo León.


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