Voz Nostalgia: Covid-19: la crisis de la libertad. Por Kassandra Rodríguez P.


Cuando gozamos de un bienestar en nuestras vidas, ya sea físico, emocional y social donde todo funciona en un determinado equilibrio, rara vez nos detenemos a imaginar o siquiera pensar en que las cosas podrían cambiar o marchar de una manera peor, ya que en ese momento no nos interesa nada más que disfrutar libremente de un presente que nos llena de dicha y motiva a seguir el camino que nos resulta satisfactorio.

   Sí, alguna vez gozamos de un equilibrio donde solíamos ser libres. Podíamos ir a la hora deseada a donde quisiéramos, acompañados o simplemente de forma solitaria. Realizamos actividades lúdicas, como salir a tomar aire, estirar las piernas, gritar, jugar, correr, comer, ir al cine o en establecimientos que resultan importantes para los seres humanos que vivimos de manera rutinaria, ya sea estudiando, trabajando o algunas otras actividades que ayudan a llevar una vida que genere algún bien como el aprendizaje o dinero. Actividades que solíamos realizar para reforzar esa convivencia familiar o amistosa.

No estamos acostumbrados a vivir de la manera en que lo estamos haciendo. No obstante, el ser humano siempre busca y encuentra la manera de reponerse poco a poco y poder hacer esas modificaciones que le permiten llevar una vida entre cuatro paredes para poder cumplir (quizá no) con el 100% de los resultados que se obtenían de una vida en libertad. Pero siempre se busca la manera de que no nos tullamos y, además, de que no perdamos esa condición de libertad que nos ha costado formar a través del tiempo.

  El virus del Covid-19 se prevé que puede ser un virus endémico, es decir, que pudo llegar para quedarse como muchos otros que ya conocemos, tal es el caso de la influenza, el ébola, la fiebre del dengue, entre otros. Es por eso por lo que tenemos que estar siempre en alerta y sobre todo hoy más que nunca seguir con el protocolo de higiene para evitar el mayor contagio posible. No hay duda de la gran lección que nos esta dejando este acontecimiento mundial, trágico e histórico.

  Existe un porcentaje de la población mundial que se ha mostrado bastante escéptica desde los inicios de esta pandemia, parecía bastante improbable que el virus llegara a Latinoamérica ya que se originó en el país de China, el cual se encuentra bastante alejado. Una vez que el virus se declaró amenaza mundial y su expansión a todos los continentes y sus países, causó una gran pánico en muchos de los crédulos. Empezaron las compras compulsivas de víveres y productos desinfectantes provocando asi un desabasto en los diversos supermercados del mundo.

  Hoy en día en pleno mes de julio a  4 meses desde que se suspendieron la mayoría de las actividades fuera de casa y que permanecemos en cuarentena, muchas personas parecen entender que ¡esto es real! Que ¡puede ser letal! Y que difícilmente se volverá a la normalidad que solíamos vivir antes.

  Por otro lado, existe un pequeño porcentaje de personas que a pesar de toda la información que nos proporcionan por los distintos medios de comunicación acerca del número de contagios diarios, siguen cada vez más inmersos en la incredibilidad, rumorando así que se trata de algún posible invento por parte del gobierno y muchas otras teorías conspirativas que se generan entre los ciudadanos.

  ¿Ver para creer? ¿Por qué esto no está funcionando si lo que se ve es bastante evidente para dudarlo? ¿Será acaso que ver no es suficiente y hasta que se viva más de cerca con algún vecino, familiar o en uno mismo lo entenderemos? ¿Para qué esperar a contagiarse y vivirlo en carne propia considerando la letalidad del virus?

  Tal parece ser que no muchos tienen el interés de crear una conciencia para ayudar así a la erradicación de contagios de esta amenaza que día a día pareciera que nos sacude. Y por cada persona que sale sin necesidad alguna y sin protección, pareciera que crece y nos sacude cada vez con más fuerza.

  Las personas que salen como si nada estuviera pasando, esas mismas que carecen de responsabilidad y se niegan a usar un cubre bocas, llegan a fabricar sus propias ideas y a compartirlas para persuadir a muchos otros. Tanto así que, ven los protocolos de higiene como una amenaza que puede atentar contra su salud, en el peor de los casos estas personas llegan a pensar que el que acudir al hospital en caso de presentar síntomas, el personal de salud podría ingeniárselas para arrebatarles la vida.

  Incluso piensan que el tomar la temperatura corporal en los distintos establecimientos comerciales por medio de un termómetro infrarrojo de láser es con la intención de depositar una enfermedad en la cabeza y por consiguiente provocar la muerte. Como estas y muchas otras teorías más se escuchan y se leen a diario por los distintas redes sociales.

  Si realmente se quiere volver a sentir la libertad de salir, convivir, abrazarnos y respirar sin miedo y sin la necesidad de un cubre bocas, dejar que el aire se filtre por nuestros pulmones y poder volver a saborear el arte de vivir, es necesario concientizarnos de que esto en verdad está pasando y en caso de que este virus se declare endémico, debemos aprender a lidiar con él de manera responsable como ya lo hacemos con muchos otros virus y enfermedades existentes.

  Es urgente cuidarnos hoy más que nunca y entre todos. Llegando a este punto pareciera que ya podemos empatizar un poco con el sentir de las aves enjauladas. Aquellas que han pasado mucho tiempo sin poder extender sus alas, una vez que tienen la fortuna de ser liberadas, emprenden su vuelo sin temor y en completa libertad.


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