Cronos dramatúrgico. A 142 años de la Casa de muñecas de Henrik Ibsen. Por Aarón Coré.

     

“Ante todo, soy un ser humano con los mismos títulos que tú... o, por lo menos, debo tratar de serlo. Sé que la mayoría de los hombres te darán la razón, Torvaldo, y que esas ideas están impresas en los libros; pero ahora no puedo pensar en lo que dicen los hombres y en lo que se imprime en los libros. Necesito formarme mi idea respecto de esto y procurar darme cuenta de todo”.
                                                                                                                                                              Nora, Casa de muñecas.
   
En 1879 se estrenó una dramaturgia llamada Casa de muñecas y la sociedad noruega fue testigo de un acontecimiento teatral que sacudiría las reglas compartidas entre ellos. La obra fue escrita por Henrik Ibsen, un dramaturgo noruego que llevaba buen tiempo demostrando ser un hombre de estudio, reflexivo, crítico y de un libre pensamiento.

   El análisis que el autor noruego plasmaba en su dramaturgia no era bien recibido por la crítica especializada y se etiquetaban como prohibidas por romper con el orden establecido. El autor, al igual que Nora, la protagonista de Casa de muñecas, había roto con las reglas que se ejercían dentro de una ciudad conservadora y terminó abandonando su país durante varias décadas.

   Ibsen desde su autoexilio, siguió pensando, reflexionando y escribiendo sobre la doble moral que imperaba en las ciudades noruegas y, por supuesto, en el mundo de su tiempo. Ibsen vivía el final de un siglo caracterizado por revoluciones de pensamiento, lucha de clases y minorías que protestaban por sus derechos. En el caso de Noruega, en 1845 se llevó a cabo una ley donde se establecía la igualdad hereditaria y la mujer ya podía ejercer el derecho a ser contemplada en una herencia. En 1864, la mujer noruega consiguió el derecho a participar en actividades de comercio y de a poco, se iba emancipando al igual que las mujeres de Finlandia, Inglaterra y más partes del mundo.

   Pero, para obtener los derechos que le correspondían a un ser humano se requirió de un largo proceso. La participación de la mujer, su protesta y pensamiento contribuyeron a que las leyes escritas a favor de los hombres también las incluyeran como parte los derechos inalienables. Ibsen por medio de sus creaciones literarias, expuso dichas desigualdades a la manera de una crítica profunda.

   Había que ir al origen del problema y nadie mejor que Nora para mostrarlo. De manera que el autor utilizó su ingenio y expuso ante los espectadores noruegos cómo se entretejía socialmente el rol de una mujer dentro del matrimonio. Pero ¿qué más se estaba mostrando al revelarse una desigualdad social de la mujer?

   La dramaturgia inicia con la acotación "La acción transcurre en Noruega", situando al que lee y mira en un lugar y tiempo específico para hablar de un matrimonio que aparentemente estaba muy bien cimentado por los reglamentos morales y prohibiciones de un marido que no deseaba ser molestado cuando se encontraba descansando en casa.

   La regla fundamental es, “Nada de deudas; nada de préstamos” y tratar de romper ese mandamiento o siquiera el pensar en transgredirlo, ocasionaba en Nora el temor a que su marido dejara de amarla. De manera que, ella se desenvuelve en su entorno hogareño cuidando de que se cumpla todo. Su respuesta constante era “Bien, como tú quieras, Torvaldo”.

   Pero Nora cae en un ocultamiento de acciones o decisiones. Oculta a Helmer el placer que le produce comer un simple dulce y gozaba al transgredir esa regla en presencia de los amigos del matrimonio. Ese personaje femenino, al esconder y mostrar, nos va revelando una gran contradicción interna que va desarrollándose a lo largo del texto.

   Pero, no sólo rompió una regla, además, no obedeció al mayor de los mandamientos, hecho que según Helmer, sería una causa de oprobio para él debido a que una mujer no estaba capacitada para pedir prestado. Esa era una opinión que la sociedad noruega y el mundo tenía profundamente arraigada. Por consiguiente,  Nora tomó la decisión de pedir prestado a escondidas de su padre y esposo.

   El punto de no endeudarse está bien y puede entenderse. Sin embargo, cuando una de las dos personas que conforma un matrimonio o relación de pareja, se endeuda a escondidas del otro para poder mantener un equilibrio emocional o económico está mostrando los fallos que rodean a una prohibición que se sigue ciegamente.

   Existe uno que no toma en cuenta los gastos de otro tipo, como el de la enfermedad y entonces, tenemos una especie de metáfora religiosa donde se debe acatar un mandamiento sin importar las necesidades humanas que se presenten. De modo que, Ibsen está criticando a un marido que la mayor parte del tiempo trataba a su esposa como parte de su posesión y que imponía reglamentos que estaban por encima de las posibilidades de una mujer que dependía económicamente de él.

    Además, el autor expuso a la sociedad de su tiempo, donde los códigos del matrimonio y la religión alejaban lo que verdaderamente debería de importar, las necesidades de un ser humano dentro de una sociedad. La protagonista de la obra realiza acciones pensadas en agradar a su marido y esto es lo lamentable de su situación ya que ese comportamiento está totalmente desprovisto del derecho a ser una persona. Y ese problema, tenía un profundo arraigamiento social, porque a ella, al igual que a muchas Noras, se les había  negado desde antes de nacer el derecho a pensar y a tomar decisiones.

   En ese tiempo y espacio de Nora, el aparato legal, social, político, religioso y económico la tiene limitada como ser humano y ella se detendrá ante su marido, y de ahí la importancia universal de la dramaturgia de Ibsen. Helmer al leer la carta donde Nora le confiesa lo que ocultaba, expresó inmediatamente el castigo al tratarse de una gran causa de oprobio social para él.

   Ahora bien, Helmer no fue capaz de comprender a Nora quien actuó motivada por la búsqueda del bienestar de él. ¿Cómo no asociarlo con el castigo del dios hebreo que enardecía de furia y de castigo cuando se enteraba de que un humano había roto uno de sus mandamientos? Ahora bien, ese comportamiento estaba arraigado profundamente en un pueblo religioso acostumbrado ejecutar castigos para con los inmorales. Por tal motivo, la culpable, la muñequita, la avecita, ardillita, la niña u objeto de posesión de Helmer finalmente lo comprendió todo y al abandonar a su marido, estaba demostrando que esta vez, ella pensaba y decidía por sí misma.

   Ahora bien, ¿fue injusto el proceder de Nora? ¿Por qué Nora se tiene que ir y dejar la carga de los hijos a su marido? Nora ha descubierto que no sabe hacer nada y que ha tenido que tomar decisiones a favor de otros y no para ella misma. Abandonar a su marido fue el acto más equitativo que realizó Nora. Porque ella se va sin llevarse nada, sin pedirle un tipo de ayuda psicológica o económica.

   Ella se marcha con lo que llegó a la casa de muñecas y al tener que irse, estaba implícito el renunciar a los deberes sagrados que se le habían impuesto y, asimismo, deja en ventaja a Helmer al mencionarle que las leyes le quitarán todo derecho a ella. Además, no goza económicamente de los medios como para darle una casa a sus hijos y no se ha reconstruido a sí misma como para hacerse cargo de ellos.

   Por lo tanto, fue equitativa con Helmer y a la misma vez, justa con ella misma y ese es un gran paso que percibimos de su transformación. Nora mencionó que, en el extremo caso, podría haber una esperanza ante este abandono, pero ella ya no creía en milagros y era difícil que Helmer en un futuro  llegara a formar un verdadero matrimonio junto a ella.

    Y, ¿Cómo es un verdadero matrimonio? Aquel en el que los dos individuos gozan de los mismos derechos, donde la desigualdad no tenga cabida en ningún tipo de aspecto en la relación de pareja. Donde el existir como una persona que piensa, que tiene sus ideas, que las expresa, que toma decisiones y que se hace cargo de sí misma es lo que verdaderamente debería unirlos.

   ¿Es solamente un tratado feminista Casa de muñecas? Por supuesto que representa un punto en la historia muy importante para la reivindicación de la mujer. Porque Ibsen evidenció a la mujer que ha sido modificada o construida por la sociedad, religión, economía, ideas, leyes y libros de hombres. Que una mujer a través de poderosos diálogos expresara que necesitaba encontrarse a sí misma, se convirtió en un gran aporte para el movimiento feminista. Todo lo que se le había negado a una esposa, Nora lo cuestionaba y a su vez, cuestionaba a la sociedad conservadora de su tiempo.

   Pero, la grandeza de Ibsen es la profundidad en el análisis psicológico y social que realiza en sus personajes. Porque él analizó el gran vacío tanto del hombre y como el de la mujer que han sido construidos o modificados por lo que dicta una sociedad. El autor colocó a Nora como la que decide romper ese molde y le ofrece al otro, la oportunidad para que tome esa decisión de transformarse al abandonarlo.

  Pero esa decisión, le pertenecerá a él y en ese proceso ella está consciente de que no deberá intervenir porque seguiría contribuyendo a formar muñequitos. Sólo así, Helmer podrá transformarse y esa transformación implicará el reconocimiento de que todo ser humano tiene un derecho inalienable, el cual, consiste en la libertad de acciones y de pensamiento.

   Los dos son el producto de lo que sus padres y la sociedad les han construido y heredado. Ibsen nos coloca a dos seres manipulados que ahora tendrán la decisión de trabajar en lo que verdaderamente importa, en el conocerse a sí mismos y no en los deberes sagrados impuestos por una sociedad.

  ¿Qué derechos considerados inalienables para el ser humano ha suprimido la sociedad de nuestros tiempos? ¿Será cierto que se ha eliminado o disminuido el cuidado y construcción de nosotros mismos como sujetos que forman parte de una sociedad? ¿Será acaso que se sigue negando la posibilidad de ejercer un pensamiento crítico y reflexivo como personas sin importar la orientación sexual? En pleno siglo XXI Nora e Ibsen siguen cerrando la puerta y al hacerlo, nos proporcionan el espacio para que cada lector reconozca hasta qué punto la sociedad de nuestros tiempos nos ha convertido en muñecas o muñequitos.

Por Aarón Coré.
Mezquiteatro.



Aarón Coré.* 

   Nació en Monterrey, Nuevo León, México en el año de 1982.  Egresó el 2015 de la Escuela de Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León, México. (UANL). Actualmente, cursa el sexto semestre de la Licenciatura de Educación en la misma universidad.

   El 23 de marzo de 2020, creó la Revista Sector Nostalgia. Pasión por el retorno... A través de este proyecto, se retorna a un tema cultural, personaje o trayectoria de un artista específico y se vincula con nuestro presente por medio de la escritura, podcast, entrevistas y breves documentales.

   Fundó  Mezquiteatro, el 6 de febrero de 2019, una compañía teatral independiente en la que realiza talleres, escritura, teatro y encuentro con las comunidades.  

*Actualizado el 04 de septiembre de 2021. Monterrey, Nuevo León, México.


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