Cronos teatral. Federico García Lorca: "el hombre del mundo y amigo de todos". Por: Aarón Coré.

“Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la frontera política”.
Federico García Lorca. 

 
 A Lorca lo leí por primera vez en el verano del 2013 en la Biblioteca Pública Fray Servando Teresa de Mier, ubicada en el centro de Monterrey Nuevo León, México. Su Yerma y estilo de escritura me apasionó y así fue como comencé a ir investigando acerca de él y, desde entonces, su poesía, música, prosa, versos, ideología y dramaturgia me siguen conmoviendo.

   Federico del Sagrado Corazón de Jesús García Lorca, nació en el sur de España, en Fuente de Vaqueros, un municipio de la provincia de Granada. Región que hoy pertenece a una comunidad autónoma nombrada Andalucía. El niño tuvo la fortuna de pertenecer a un matrimonio económicamente estable . El nombre de su padre fue Federico García Rodríguez y su madre Vicenta Lorca Romero, maestra de profesión quien le enseñó a Lorca los senderos de la literatura.

  En 1909 la familia se movió de lugar para establecerse en Granada, y a partir de ahí, comenzaron las etapas importantes en la vida del escritor. Sin embargo, durante unos años, hizo a un lado su amor por la literatura para sumergirse en la pasión que genera la música. Pero, no se trataba de un tiempo desperdiciado, porque la música se convirtió en otra maestra de vida para el futuro creador. Durante ese aprendizaje tuvo a un magnífico guía llamado Antonio Segura Mesa, quien se convirtió en el maestro generoso que le enseñó todo sobre la música. Lorca como agradecimiento en su libro Impresiones y paisajes (1918), le dedica al músico lo siguiente:

  A la venerada memoria de mi viejo maestro de música, que pasaba sus sarmentosas manos, que tanto habían pulsado pianos y escrito ritmos sobre el aire, por sus cabellos de plata crepuscular, con aire de galán enamorado y que sufría sus antiguas pasiones al conjuro de una sonata Beethoveniana. ¡Era un santo! Con toda la piedad de mi devoción.

  En 1914 ingresa a la Universidad de Granada y esa fue una época de estudio, reflexión, crítica y de compañerismo intelectual. El maestro Martín Domínguez Berrueta, fue otro maestro importante para Lorca y en su enseñanza con tintes filosóficos, tenía claro que el alumno después de recibir la teoría debería andar por su propia tierra y ser testigo de lo que ocurría en ella. De modo que lo lleva a él y a sus compañeros de estudio a recorrer las ciudades de su España.

  En ese viaje el estudiante escribió las impresiones que tuvo sobre Ávila, conventos, hospicios, mesones, la fiesta del pueblo, la romanza de Mendelssohn e incluso, la sombra y las montañas. En cada una de las líneas se percibe a un hombre culto, sensible, amante del arte y de un peculiar estilo en su escritura, la cual, estaba cargada de prosa y de poesía. Después de tantas horas de literatura, de notas musicales, de estudio, de reflexión, crítica y de andar por su España, el escritor había surgido.

   Lorca era de una amplia perspectiva artística, sus inquietudes lo hicieron ir más allá de la literatura y de la música. También se acercó al dibujo y cine. Todo se iba acomodando conforme él se movía y relacionaba. Él y sus amigos se reunían en un lugar llamado El Rinconcillo, ahí intercambiaban sus más grandes inquietudes y creaciones. Sin embargo, aparece otro traslado en su vida, los amigos se mudan a Madrid a la Residencia de Estudiantes. El poeta andaluz sabía que debería continuar su camino y seguirlos. De modo que, decide mudarse a Madrid para vivir en la Residencia de Estudiantes, un lugar repleto de intelectuales e ideal para un hombre con un gran acervo cultural. En la residencia entabló amistad con Dalí y Buñuel, los tipos de vista distintos de esos futuros artistas, debieron ser de gran influencia para Lorca.

   Pero, Lorca a la misma vez, iba escribiendo poesía y publicando sus primeros poemas y obras teatrales. El tiempo para él no se desperdiciaba. Entre estudios, viajes y amistades, seguía escribiendo. Regresó a Granada en 1921 para llevar a cabo proyectos culturales al lado de su amigo Manuel Falla.  Sucedió lo mismo con la amistad de Salvador Dalí porque a su lado brotó la inspiración, trabajo cultural y creativo. Durante ese tiempo, Federico García Lorca, se acercó a la música, los títeres y el dibujo. Ahora bien, el producto de una relación de amistad donde dos individuos coinciden en lo que más les apasiona produce resultados entrañables y de inspiración colectiva.

   A veces, uno de los dos, incita al otro a desarrollarse o sacar lo mejor de sí mismo. Existe el amigo que incita al otro a accionar en aquello que más le apasiona y a hacer a un lado sus miedos e inseguridades para exponer al mundo sus creaciones. Y lo maravilloso, es que el otro, responde de la misma manera y se convierte en el guía perfecto para el proceso de creación artística. De las visitas y tiempo que pasó en Cadaqués junto a su amigo Dalí, surgió la Oda al Salvador Dalí, (1929):

Canto el ansia de estatua que persigues sin tregua,
el miedo a la emoción que te aguarda en la calle.
Canto la sirenita de la mar que te canta
montada en bicicleta de corales y conchas.

Pero ante todo canto un común pensamiento
que nos une en las horas oscuras y doradas.
No es el Arte la luz que nos ciega los ojos.
Es primero el amor, la amistad o la esgrima.


   Canciones (1927) y el Primer romancero gitano (1928), se dieron a conocer por toda España y poco a poco por el mundo. Ya el andaluz era parte del movimiento de la Generación del 27 junto a escritores o poetas que se enfocaban en las creaciones literarias vanguardistas. García Lorca recorrió New York y La Habana, lo iba registrando todo y escribiendo, a veces un poema o una obra de teatro.

  Ahora bien, no se puede desligar al artista de los acontecimientos que se suscitaban en su tierra o entorno. Tenía como contexto a una España nacionalista, la que quiere que se mantenga el orden establecido, es decir, las posesiones de la iglesia, de los políticos o de los terratenientes. Y la otra, la España de la República, la que estaba a favor de que se cambiara la situación de vida de millones que no tenían nada.

  A ese último bando, pertenecía Lorca. Su ideología la conocían por toda España, era republicano, era socialista y profesarlo implicaba ser un potencial enemigo que iba en contra de los intereses de muchos. Su apoyo para que se mejoraran las condiciones de vida de los desfavorecidos, marcó un destino trágico al igual que los protagonistas de sus grandes tragedias. En 1931, se instauró la Segunda República y, a la misma vez, el odio se iba extendiendo profundamente en quienes no estaban dispuestos a perder todo.

   En medio de esa victoria, Lorca es convocado para que fuera uno de los elementos más importantes de La barraca. Se trataba de un colectivo o compañía universitaria que llevaría el teatro clásico a cada rincón de España, y lo cumplen, porque las obras del Siglo de Oro español se representaron en cada ciudad de la Segunda República.

   El andaluz, aparte de haber recorrido nuevamente su España de una forma teatral, viaja a Buenos Aires, Argentina y representa con gran éxito su obra dramatúrgica  Bodas de sangre (1931). En ese periodo coincidió con Salvador Novo, el escritor mexicano que le habló sobre su México y la historia de la Adelita, la cual, le causaba gran entusiasmo escuchar al escritor español. Novo quedó prendado ante el seductor escritor y fue difícil olvidarse de él al paso del tiempo [1] y, lo que se destaca, es que, a pesar de ser de ideologías políticas muy distintas, hubo espacio para la amistad.

   El escritor regresa a una España totalmente dividida, porque existe la mezquindad política como producto de una ideología contraria y que hace uso de la intolerancia respecto a la condición sexual de la otra persona. La España dividida, era una tierra donde la reyerta estaba a la orden del día y se había vuelto difícil la convivencia entre dos bandos ideológicos. Para el pensamiento de los que no querían perder sus privilegios, ser de izquierda implicaba ser de color rojo y homosexual. Las obras del escritor y su condición de homosexual fueron desdeñadas cruelmente.

   Por eso elegí el epígrafe de este artículo, porque para Federico García Lorca, el ser amigo del otro, no debería estar condicionado por el partido político, religioso o determinada condición sexual. Para él no existían las etiquetas, ni mucho menos la fronteras, sólo era necesario hacer justicia para aquellos que estaban sumidos en la pobreza. Sin embargo, el destino ya estaba escrito. El 18 de julio de 1936, se da un golpe final a la Segunda República y todo rojo o socialista es ejecutado.

   A Lorca lo detienen el 16 de agosto de 1936, no hay duda de que fue traicionado y delatado, ya que era difícil esconderse de la Falange. Federico García Lorca fue fusilado días después, los captores no le dieron el derecho a tener una tumba y hasta el día de hoy, no se han podido encontrar sus restos.

   Al retornar a mis notas de los andares de Federico García Lorca, cobraron un significado distinto para mí, porque al analizar los diversos aspectos culturales en la vida del escritor español recordé a un amigo. Se llamaba Edgar Álvarez, era bailarín de folclore y de danza clásica-contemporánea, titiritero, actor, iluminador, gran conocedor de la historia del noreste de México, amante de las buenas historias en el cine o literatura y de gran oficio teatral, es decir, sabía desde coser una camisa que se emplearía para un vestuario en la escena, hasta transformar una madera en un objeto que se utilizaría para una de mis obras de dirección.

   A dos años de su partida, pienso en el significado de la amistad y cómo mediante ella, uno puede sacar lo mejor de sí mismo. También, reflexiono en el momento en que uno se enfrenta a la muerte de un entrañable amigo y artista. Federico García Lorca, es una de esas personas que no deberían morir así. No escondió su condición de homosexual, ni su ideología, ni sus versos ni su amistad. Fue transparente y eso es lo que lo identificó ante todo aquel que coincidiera con él.

   Sigo pensando en la maravilla de la amistad que tuve con Edgar Álvarez y cómo la vena cultural le fluía hasta el tope. Fue uno de esos seres semejantes a la calidad humana de Lorca, son seres que  recorrieron su tierra, ejecutaron su creación, no desperdiciaron su tiempo y efectivamente, a pesar de su muerte, siguen andando por la tierra sin importar el espacio y el tiempo, compartiendo sus creaciones culturales y sacando lo mejor de cada uno de sus amigos.

Telón.
Por Aarón Coré.
Mezquiteatro.



Aarón Coré.*

   Nació en Monterrey, Nuevo León, México en el año de 1982.  Egresó el 2015 de la Escuela de Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León, México. (UANL). Actualmente, cursa el sexto semestre de la Licenciatura de Educación en la misma universidad.

   El 23 de marzo de 2020, creó la Revista Sector Nostalgia. Pasión por el retorno... A través de este proyecto, se retorna a un tema cultural, personaje o trayectoria de un artista específico y se vincula con nuestro presente por medio de la escritura, podcast, entrevistas y breves documentales.

   Fundó  Mezquiteatro, el 6 de febrero de 2019, una compañía teatral independiente en la que realiza talleres, escritura, teatro y encuentro con las comunidades.  

*Actualizado el 04 de septiembre de 2021. Monterrey, Nuevo León, México.


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